Un pueblo templario de la ruta Jacobea: Rabanal del Camino



'En los primeros años del siglo XIII, con el Temple plenamente plantado en el país gobernando desde su encomienda de Ponferrada sobre los castillos y lugares de Cornatel, Antares, Corullón, Sarracín, Rabanal, Villafranca, Balboa, Bembibre, etc, ocurrió el renacimiento de la herejía preiscilianista berciana y la venida del catarismo occitano...' (1)


A unos 10 ó 15 kilómetros de Foncebadón, en las proximidades donde la Maragatería se arrulla inadvertidamente con El Bierzo, y custodiado en la lejanía por las cumbres más altas de los montes Aquianos y el sacro Teleno, Rabanal del Camino duerme aletargado su milenario sueño jacobeo. Un sueño lleno de recuerdos, desde luego, que el peregrino, o el investigador o incluso el curioso va descubriendo apenas comienza su singladura, paseando por sus silenciosas calles. Las conchas de peregrino, las referencias simbólicas de sus calles -incluída aquella que, denominándose del Calvario, es difícil no asociar, también, con el trágico fin de la Orden del Temple- los monumentos en recuerdo a hijos predilectos fallecidos -como aquél que recuerda a Julián Campo (Chelán), misionero, he de suponer que rabanés, que perdió la vida en un accidente de tren ocurrido en Villada (Palencia), el 21 de agosto de 2006- son sólo débiles fragmentos de historias y misterios aún por dilucidar. Tal vez éstas, comiencen precisamente aquí: en la plaza que lleva su nombre y que se localiza, justamente, en ese espacio mistérico en el que se encuentra la antigua iglesia y las reformadas casonas que constituyen albergues para peregrinos en la actualidad. Si bien se supone que la iglesia, muy reformada en la actualidad, perteneció a los templarios, las claves de sus primitivos mensarios -si alguna vez los tuvo- se han perdido irremisiblemente. Ahora bien, no dejan de ser curiosos los numerosos graffiti de peregrino que se localizan en la puerta que da acceso a la espadaña; graffitis en los que se puede localizar uno que, por su forma y la escalera de que se acompaña, podría ser una clara referencia a la leyenda griálica de O Cebreiro. Se afirma, también, que de la iglesia partía un túnel que conectaba con la casa del Temple; casa, que pudiera ser muy bien, algunas de las situadas enfrente de la iglesia y que, como ya he dicho, reformadas constituyen sendos albergues para peregrinos. Ahora bien, curiosamente, una de ellas está regentada por monjes misioneros alemanes de la abadía de Santa Otilia. Y este detalle -lo digo a modo anecdótico- me hace pensar si dicha Otilia no será una referencia a una curiosa santa alemana -Santa Odilia- cuya vida está revestida de hechos asombrosos, hasta el punto de estar considerada, digámoslo así, como una Gran Maestra. Digo bien, pues sólo hay que observar los atributos y el báculo que lleva -como referencia, se puede buscar la denominada 'ventana de Odilia', St. Pierre et Paul, Rosheim- que la equiparan a otros grandes pontífices de nuestra Historia, como Santo Domingo de Silos, San Juan de Ortega o Santo Domingo de la Calzada. Y es que Odilia -supongo que este dato les interesará especialmente a los amantes de los misterios de las líneas dinásticas divinas- fue princesa merovingia, ciega -símbolo en la época de estar bendecida por la Divinidad-, mujer chamán y santa, y en ella confluyeron aspectos culturales -por no decir cultuales- en los que confluían diferentes culturas, incluída, como no, la celta. De manera que se podría decir que tenemos aquí, en Rabanal, a unos misioneros cuya orden conmemora a otro de esos personajes que, desde luego, no desentonan en un periplo iniciático como es la Ruta Jacobea.
Y otro dato curioso, aunque tampoco lo parezca por su aspecto, es que sí parecen existir indicios que demuestran que, si bien no está del todo comprobado que los templarios explotaran las minas de oro de Las Médulas, sí lo hicieron con las existentes en Rabanal, según dato facilitado por el investigador, recientemente fallecido, Juan García Atienza (2). Atienza también comenta la existencia de la imagen del siglo XII de un curioso santo, San Blas -que, reconozco, no tuve ocasión de ver- y una fiesta, la del Arado, que recupera -siempre según la visión de este investigador- tradiciones ancestrales que la iglesia imperante siempre trató de borrar.




(1) Rafael Alarcón Herrera: 'La huella de los templarios: ritos y mitos de la Orden del Temple', Ediciones Robin Book, S.L., 2004, página 207.


(2) Juan García Atienza: 'Guía de la España Templaria', Editorial Ariel, S.A., 1ª edición, marzo de 1985, páginas 171-172.

Comentarios

Alkaest ha dicho que…
Muy aguda comparación entre santa Otilia y santa Odilia, porque son la misma "persona", o al menos el mismo símbolo.
¿Pero símbolo de qué...? ¿De las virtuosas mujercitas rezadoras?
No, nada de eso, simbolo de las comunidades religiosas femeninas, del primer medievo, que realizaron la transición entre los grupos de sacerdotisas, de la Antigua Religión, y las "monjitas" de la nueva religión.
Unas comunidades de "mujeres santas", en cuyas leyendas y tradiciones, se camuflan -a poco que las estudiemos un poco- multitud de creencias y ritos antigüos, que procedentes de las viejas creencias se refugiaron entre las nuevas. Entre ellas, las relacionadas con el culto a las fuentes y las "Ocas sagradas"...
Y, dato curioso: junto al Monasterio del Monte de Santa Odilia, rodeado de dólmenes, menhires, y santuarios célticos, la Orden del Temple levantó una capilla y hospital para los peregrinos que allí acudían...
Ahora bien, la relación de todo esto con Rabanal queda al libre albedrío del investigador.

Salud y fraternidad.
juancar347 ha dicho que…
Ya me parecía a mí que se trataba de la misma persona. No es por agudeza, pero me pareció interesante mencionarlo, siquiera como dato anecdótico complementario. Antes de partir para Asturias, comencé a leer el libro que, como sabes, adquirí en una de las últimas ferias. Y lo cierto, es que no tiene desperdicio. Es de lo más jugoso e interesante. Todo simbolismo y misterios, los que rodean a esta santa merovingia que, además, debía de tener un par de narices, pues defendió a ultranza esa forma de convivencia monacal irlandesa, en la participaban tanto hombres como mujeres, pasando de la opinión del Papa de Roma. Aún no he llegado a la parte donde, supongo, debe mencionar algo de esa capilla-hospital levantada por el Temple. Y que conste, que no trato de relacionar esto con Rabanal, salvo, como he dicho más arriba, como un comentario anecdótico en cuanto sí se relaciona con los hospederos alemanes que desarrollan su labor en Rabanal. Un abrazo
Alkaest ha dicho que…
Entre los "enigmas" de Rabanal del Camino -o "Rabanales", como se nombraba en el medievo-, no es de los menores el hecho de que llegase a tener un Comendador del Temple, compartido con la encomienda de Ponferrada. A lo largo del s.XIII, conocemos al menos dos, fray Diego Manso y frey Juan Fernández, citados en varios documentos de distintos años. Una cosa queda clara, muy importantes habían de ser los bienes materiales de Rabanales, para tener que administrarlos un comendador propio, aunque fuese compartido con Ponferrada. ¿Pero que clase de bienes serían? ¿Quizá las viejas minas romanas de la Fucarona? Porque la agricultura, o ganadería, de la zona no eran ni mucho menos de importancia...

Salud y fraternidad.
juancar347 ha dicho que…
Resulta sospechosamente evidente que posiblemente la importancia de ese lugar, que como tuvimos la ocasión de contemplar juntos durante nuestras correrías por aquélla inconmensurable zona, no parece brillar, precisamente, por la riqueza de un suelo en el que apenas se puede hablar de agricultura. Parece mucho más razonable (y de eso el Camino más adelante nos pone como ejemplo las Médulas) que la importante presencia del Temple en el lugar obedecía a otros intereses más brillantes, como, en efecto, las mentadas ruinas de la Fucarona, aunque la historiografía oficial diría que éstas estaban prácticamente agotadas y que su presencia allí no constituía ninguna novedad, teniendo en cuenta que era paso obligado del Camino de Santiago y entre las funciones hospitalarias del templario, también se daban las de protección, sobre todo en una zona que, si mal no recuerdo, también tenía fama de bandidaje. Por lo menos hasta la instalación de éstos.

Un abrazo

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