jueves, 24 de enero de 2013

Pelayos del Arroyo: un enigma apocalíptico llamado San Vicente


A pesar de su cercanía a Sotosalbos, las modificaciones efectuadas a lo largo del tiempo, no permiten disfrutar de ésta iglesia de San Vicente, situada en Pelayos del Arroyo, bajo la perspectiva de admirar el templo de hermosas proporciones que realmente fue en sus orígenes. Sobre todo, desde el punto de vista de que en algún momento histórico, perdió la galería porticada -sustituída por un porche-, que se supone tuvo, a juzgar por los restos de arranque que aún se pueden vislumbrar. Y no obstante, salvaguardando esta circunstancia, no se puede decir, en absoluto, que la imagen actual no tenga cierto encanto y aún conserve, si no todos, sí al menos, algunos de sus ancestrales misterios.
Situada, como digo, entre Sotosalbos -recordemos su imponente iglesia románica, dedicada a la figura de San Miguel- y de otra pequeña población, que llevando por nombre La Cuesta, tiene una iglesia, románica también, dedicada a una figura no menos interesante, como es la de ese curioso santo de los caminos, gigante y portador de esa Sophia, comparativamente hablando, en la figura del Niño, que es San Cristóbal (1), Pelayos del Arroyo conserva, dentro del ámbito de influencia de su templo, elementos significativos que podrían inducir a ciertas comparaciones, cuando menos sospechosas. Como en la gran mayoría de templos de características similares, no hay, o al menos yo no conozco, es cierto, documentación histórica que avale la pertenencia, o en su defecto, la presencia del Temple en el lugar. Pero sí creo interesante, no obstante, dejarse llevar, a priori, por elementos que vamos a describir a continuación, dentro de su circunstancialidad, teniendo siempre presente la importante labor repobladora que las Órdenes Militares, y en particular, la Orden del Temple, realizaron durante ese fascinante periodo histórico conocido como la Reconquista. Labor que a su vez, permitía a los monarcas asegurar su retaguardia, cortando la amenaza de los nobles, generalmente, levantiscos y en muchas ocasiones, poco de fiar. Una buena prueba de ello, podríamos encontrarla en Cantalejo y su hoy casi irreconocible ermita de la Virgen del Pinar, por mencionar un tema de debate alejado del que quizás sea el lugar de la provincia que más suspicacias y más discusión genera entre historiadores e investigadores: la iglesia de la Vera Cruz.
A diferencia de ésta, en la iglesia de San Vicente sí encontramos -y entro en materia- un elemento significativo, cuya presencia, como aventuraba, coincide con algunos lugares atribuídos tradicionalmente a los templarios. Se trata, de un magnífico capitel, localizado en los arcosolios cercanos al ábside que, conocido generalmente como la despedida del caballero, muestra, en realidad, lo que se ha dado en llamar un Caballero del Apocalipsis, también conocido como Caballero Cygnatus o del Cisne (2) -detalle significativo- de las tradiciones celtas. Como su homónimo, el caballero que se localiza también en un capitel interior, cercano al ábside, en la iglesia de Santa María la Mayor, en el pueblecito burgalés de Aguilar de Bureba, o aquél otro, magnífico, no sólo por su calidad, sino también por su longitud, detalle por el que podría merecer el calificativo de pequeña escultura, que se localiza cerca del pórtico principal de acceso a la Colegiata de Armentia, en Vitoria, provincia de Álava. De considerables proporciones también, e idéntica simbología, es aquél otro caballero apocalíptico esculpido en el pórtico principal de la iglesia de Santa María del Camino o de las Victorias, en Carrión de los Condes, provincia de Palencia (3), siendo también mencionable el que se localiza en un capitel de la torre de la Colegiata de San Pedro de Cervatos, en Cantabria. E incluso mencionable, no sólo por su calidad, sino porque aún de diferente manera representa otra supuesta despedida del caballero, con beso románico incluído, contando con todos los elementos simbólicos, incluída el ave -en este caso, curiosamente un halcón- en varias escenas, sería la secuencia de capiteles que se encuentran en el lado izquierdo del pórtico de acceso a la iglesia del monasterio de San Pedro, en Villanueva de Cangas, situado en el concejo asturiano de Cangas de Onís, a escasos kilómetros de distancia del Santuario de la Virgen de Covadonga (4).
Como podemos observar, ejemplos hay muchos; y en todos ellos, generalmente, siempre hay algo -una leyenda, una crónica, unos símbolos determinados, unas advocaciones, y otros detalles- que de alguna manera, tienen que ver con el Temple. El simbolismo del Caballero Cygnatus celta, reconvertido en el Caballero del Apocalipsis de la tradición, es compleja pero a la vez, sumamente interesante. En términos generales, y comparativamente hablando, representaría lo mismo que los ángeles con trompetas consignados en el Apocalipsis de San Juan. Es decir, señalarían la culminación de un ciclo y el comienzo de otro nuevo. Su terrible visión apocalíptica, desde el punto de vista popular de la época, supondría el anunciamiento del fin del mundo y el advenimiento del Juicio Final. Pero desde otro punto de vista, no menos simbólico, supondría por decirlo de alguna manera, el fin de una religión y el nacimiento de otra nueva, en este caso, el Cristianismo. Este tema, también quedaría excelentemente representado en la catedral de Huesca, en cuyo pórtico principal, una Virgen con Niño, erguida y de piedra -representativa de la Nueva Religión- tiene como pedestal una anciana encorvada y fea que, por defecto, representaría la Antigua Religión, las viejas creencias y cultos, considerados desde entonces como paganos.
Pero si este tema resulta fascinante y puede guardar cierta relación con los templarios, no menos fascinantes, son los restos de pinturas que se localizan en su interior. En ellas, aparte del martirio de San Vicente, santo bajo cuya advocación se encuentra la iglesia, hay una escena del combate entre un caballero cristiano -¿templario?- y otro caballero musulmán, como se aprecia en la fotografía que se encuentra al principio de la presente entrada. Una escena, que en parte, recuerda aquéllas otras magníficas secuencias que se localizan en la capilla templaria de Cressac, en Saint-Gilles (Charente, Francia) donde, además, se localiza, pintado también, el tema que se ha venido desarrollando hasta el momento: el Caballero del Apocalipsis (5). Completan las escenas, dos figuras, a la derecha de los caballeros en liza, con cierto tufillo heterodoxo, en esa flauta o caramillo que está tocando una de ellas -recordemos, por ejemplo, las fiestas en honor a Baco (6)- y a la izquierda, una curiosa representación que muestra a un centauro disparando su arco contra un ciervo, animal sagrado, representativo del alma y en ocasiones, también de Jesucristo, la humanidad de cuyo rostro recuerda aquélla famosa representación paleolítica que reproduce a un brujo o chamán disfrazado de animal, descubierto en las cuevas de Trois Fréres, en Ariege, Francia.
Templaria o no, lo que es cierto, es que ésta iglesia de San Vicente, en Pelayos del Arroyo, contiene los suficientes elementos simbólicos y mistéricos, como para que un estudio pormenorizado, resulte poco menos que una fascinante aventura.
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(1) Merece la pena visitar esta iglesia de San Cristóbal, puesto que aún conserva buena parte de su románico original, e intentar acceder al interior de la nave, donde, aparte de los detalles contenidos en sus retablos y algunas otras piezas que pueden llamarnos la atención, conserva parte de las pinturas que decoraban originalmente sus muros. Aunque muy desgastadas, también es cierto, consisten éstas en una Santa Cena y una representación de San Cristobalón -como le dicen por allí- que de alguna manera, recuerda aquélla otra que se conserva en la iglesia de San Martín, en Rejas de San Esteban, Soria. Como dato anecdótico, puede resultar interesante añadir que así mismo en Soria, a unos ocho ó diez kilómetros de San Pedro Manrique, en las Tierras Altas, se localiza otro pueblo que se llama igualmente La Cuesta, prácticamente despoblado y con la iglesia en ruinas, donde se custodió, en tiempos, una reliquia similar al Manto de la Verónica -un Santo Rostro-, con fama de muy milagrero, actualmente en paradero desconocido.
(2) Ciertamente, este dato recuerda al ciclo griálico arturiano en la figura de Lohengrin, el Caballero del Cisne, y también a ese juego iniciático representativa del Camino de Santiago, que es el Juego de la Oca, así como a las cofradías de canteros medievales, algunas de las cuales dejaron grabado en los sillares de numerosos templos, una marca de reconocimiento muy conocida, denominada como Pata de Oca, cuyos orígenes se remontan, cuando menos, al alfabeto rúnico (futhark) y a su singular Runa de la Vida. Forma, además, representativa de los denominados Cristos dolorosos renanos, uno de cuyos ejemplares más conocidos y venerados, se localiza en Puente la Reina, provincia de Navarra, en la que fuera iglesia templaria de Santa María de los Huertos, hoy día conocida como Iglesia del Crucifijo.
(3) Recordemos, que muy cerca de Carrión de los Condes, se encuentra la localidad de Villalcázar de Sirga, donde hubo una importante encomienda templaria, de la cual sobreviven la imponente iglesia de Santa María la Blanca, famosa por sus milagros y por las Cantigas del rey Alfonso X el Sabio, así como también las antiguas dependencias del hospital del Temple, actualmente reconvertido en mesón-restaurante, muy frecuentado, todo sea dicho de paso, por visitantes y peregrinos. Siempre ha generado dudas cuál de las iglesias de Carrión, era templaria, barajándose dos posibilidades: la iglesia de Santa María del Camino o de las Victorias, o la iglesia de Santiago -en opinión de Madoz- hoy día reconvertida en museo diocesano, y cuya portada reproduce el excelente Pantocrátor y los apóstoles, cuya temática, posiblemente más elaborada, se localiza también en el templo de San Juan Bautista, en Moarves de Ojeda. También en Carrión de los Condes, en la portada románica que da acceso a la iglesia del antiguo monasterio de San Zoilo -hoy día, reconvertido en hotel- se puede observar otro curioso caballero, que podría muy bien continuar la tradición de caballeros apocalípticos que se viene comentando.
(4) Como en el caso del monasterio palentino de San Zoilo, en Carrión de los Condes, este monasterio de San Pedro, en Villanueva de Cangas, fue reconvertido en Parador Nacional de Turismo, conservando su iglesia románica, unos excelentes e interesantisimos capiteles, no sólo en el mencionado pórtico de acceso, sino también en su interior, así como unos no menos simbólicos y destacables canecillos, cuya simbología daría por sí sola para un estudio. Con referencia al capitel mencionado de la despedida del caballero, la tradición suele identificarlo con la partida de caza del rey Favila, aquél que, según las crónicas, fue muerto por un animal, cuyo simbolismo tampoco desmerece, sino que alienta a la especulación: un oso.
(5) Con algunas fotografías originales y excelentemente desarrollado, recomiendo a todo lector interesado, la lectura del libro de Rafael Alarcón Herrera, 'La estirpe de Lucifer. Los santos templarios y el Grial', Ediciones Robinbook, S.L., 2006, páginas 206-207.
(6) Dios del vino y los Antiguos Misterios, como Dioniso. Resulta curioso comprobar que San Vicente, martirizado en Valencia en el año 304 ó 305, durante la persecución de Diocleciano y Maximino, haya sido declarado también patrón de los viticultores, por razonos que se desconocen, celebrándose su fiesta el 22 de enero. Al menos, este dato lo consignan Angel Bornos y Eva Prin, en su libro 'Los santos más populares. Diccionario práctico', Ediciones Robinbook, S.L., Barcelona, 2007, páginas 247-248.

viernes, 11 de enero de 2013

Morón de Almazán: ermita de Nª Sª de los Santos



Como ya aventuraba en la entrada anterior, dedicada a ese curioso enigma epigráfico, al que por falta de una identifidación mejor, refería simplemente como el Signum -que en algunos ámbitos, es oportuno recordar, se asocia con el Temple y no deja de ser curiosa, además, su presencia en lugares que les pertenecieron o que supuestamente se les atribuyen- y que, entre otros diversos lugares, se localiza también en la portada principal de acceso a la iglesia de la Asunción, en la localidad soriana de Morón de Almazán, existe una tradición, recogida en su momento por Pascual Madoz, que refiere que la cercana ermita de Nª Sª de los Santos -o de los Santos Nuevos- fue en tiempos un convento de templarios.
Situada a las afueras de la población, aunque a la vista de la imponente torre de la iglesia, que se eleva sobre muela o elevación del terrero con cima plana, donde pueblos, como los celtíberos, solían tener predilección a la hora de levantar sus castros -precisamente, la imagen románico-gótica que allí se venera lleva ésta determinativa advocación, Virgen de la Muela- de la primitiva construcción románica, apenas se conserva, muy reformada, parte de su planta rectangular original, siendo opinión de algunas personas (1) que quizás, en la época a la que nos referimos -siglos XII a XIII- hubiera existido la posibilidad de que el templo hubiera dispuesto, así mismo, de un pequeño claustro. Detalle no demostrado, desde luego, y de cuya existencia, si efectivamente alguna vez lo tuvo, no queda constatación ni vestigio.
Sí existió, por el contrario, un curioso banderían arrebatado a los moros en combate y consignado también por Madoz -detalle similar, al estandarte arrebatado de la tienda de campaña del Miramamolín sarraceno en 1212, durante el transcurso de la determinante batalla de las Navas de Tolosa, conocida también como de los Tres Reyes- que estuvo expuesto en el interior de la ermitad durante muchos años, y que en la actualidad se encuentra desaparecido, sin que se tengan noticias de su destino ni tampoco una fecha aproximada de su desaparición.
Tampoco la portada de acceso a la ermita parece corresponderse con la original -ignorándose, igualmente, qué ha sido de ésta-, aunque sí conserva dos elementos originales, no exentos de cierta belleza e interés: una Virgen y un Cristo crucificado, ambos labrados en piedra, que pueden observarse formando parte de la fachada oeste.
Significativa, por otra parte, resulta la hornacina que cobija a ésta imagen virginal, cuya cúpula, similar al Nacimiento de Venus, de Bottichelli, representa una concha -forma, también, que disimula un símbolo lapidario muy presente en muchas contrucciones románicas, generalmente asociadas con el Camino de Santiago- que se sustenta sobre unos arcos románicos esmeradamente labrados -muy similares, comparativamente hablando, a los del ábside del monasterio de San Juan de la Peña, donde actualmente se puede ver una fiel reproducción del Grial, cuyo original se conserva en la catedral de Valencia- detalle éste último, dicho sea de paso, no muy corriente. La erosión, no permite observar en detalle si lo que porta la Virgen es el tradicional Niño -que en las antiguas representaciones románicas, apenas tenía afinidad alguna con la figura de la Madre-, aunque en éste caso, podría tratarse de un símbolo de poder, y más concretamente, algún tipo de cetro.
Otro detalle interesante, confirmado por el párroco, es aquél que hace referencia, de manera tradicional, a la existencia de un túnel que conectaría la iglesia de la Asunción, con ésta ermita. Detalle que concuerda con tradiciones similares, localizadas en otros lugares. Uno de tales lugares, por ejemplo, sería la iglesia de Santo Adriano de Tuñón, en el concejo asturiano de igual nombre que, junto con los de Teverga, Quirós y Morcín -cercanos a ese foco ineludible de interés, que es el Monsacro- formaría parte de la denominada Ruta de las Reliquias (2), muchas de las cuales se conservan en la denominada Arca Santa que se custodia en la catedral de San Salvador de Oviedo.
Túnel que, -al igual que sucede en el caso de Tuñón, o en ese otro que, según algunos vecinos de Leache (Navarra), conectaba la hoy prácticamente desaparecida iglesia de San Martín, con la casa que, en este caso, los caballeros hispitalarios tenían en el pueblo-, nunca se ha localizado. No obstante, en el caso de Morón, puede ser interesante añadir que, en opinión del párroco, de existir dicho túnel, lo más probable es que éste se localizase en la cripta de la iglesia de la Asunción.


(1) Tal comentario, surgió cuando visité la ermita, el pasado 24 de noviembre, en compañía de Cándido Heras, vecino de Soria, aunque natural de Señuela y de don José, el párroco titular.
(2) Sobre este tema de las reliquias del Monsacro, sería interesante recordar un detalle, en principio curioso, cuando no significativo. Hay referencias, ya comentadas, entre otros, por el Padre Luis Alfonso de Carvallo, en sus Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias, referentes, en primer lugar, a las reliquias traídas de Tierra Santa por Santo Toribio, obispo de Astorga. Y por otra, y este detalle resulta muy significativo, de un segundo grupo de ¿reliquias?, que Pelayo ocultó también en el Monsacro, y que consiguió sacar de Toledo antes de que la antigua capital del reino visigodo fuera tomada por los árabes.

martes, 8 de enero de 2013

Rastreando el Signum: Morón de Almazán


En algunos foros de Internet, de manera simbólica e identificativa, lo denominan ‘Lignum Crucis’, basándose en el detalle de que, en el templo donde se localiza, hay o hubo en tiempos, un fragmento de madera de la Vera Cruz. Hay también personas que, por sus características, observan en él lo que podría ser una posible ‘marca-crismón’. Yo prefiero denominarlo, simple y temporalmente, ‘Signum’. Resulta evidente que su autoría y su posible significado, se pierden, de momento, en los abismos insondables de la Historia y en los universos paradigmáticos relacionados con los símbolos y su interpretación, a que tan aficionados eran nuestros ancestros desde el alba de los tiempos.
La primera vez que me tropecé con él, recuerdo que fue en el verano del año 2007, cuando apenas comenzaba a descubrir la provincia de Soria y sus numerosos atractivos. Era, de hecho, también la primera vez que pasaba por un curioso pueblecito, Andaluz, y por defecto, admiraba su imponente iglesia románica del siglo XII, dedicada a la figura del Arcángel San Miguel. Como en muchos otros casos, no hay –o al menos, yo no conozco su existencia, lo cual sería más atinado decir- documentación histórica que avale no sólo la autoría del templo, sino también la presencia en el lugar, de una orden de monjes-guerreros tristemente famosa, y a la vez, terriblemente escurridiza: la Orden del Temple. Y no obstante, como en numerosos lugares de la Península Ibérica –demasiados, diría yo- tanto en los muros de ésta iglesia, como en aquellos otros que delimitan el cementerio aledaño, se localizan varias estelas funerarias que lucen la singular, y a la vez corriente forma, de la cruz paté. Precisamente, el tipo de cruz más utilizada y conocida de todas aquellas que, con mayor o menor devoción, utilizaron los caballeros templarios.
El Signum, que se muestra en la fotografía que complementa la presente entrada, se localiza en el pórtico principal, en el lado de la izquierda, según uno se sitúa frente a él. Curiosamente, este es el lado o el lugar donde se le suele localizar, en la mayoría de los templos en los que, años más tarde, y de una forma casual, volví a tropezarme con él. Ocurría esto, en el transcurso de algunas rutas realizadas durante los años 2010 y 2011 por dos provincias específicas: Zaragoza y Navarra.
De tal manera que, con respecto a Navarra, el Signum se localiza, qué duda cabe, en lugares especialmente interesantes, como son la iglesia de Santa María de Eunate; la iglesia de San Juan Bautista, que formaba parte de la encomienda templaria de Aberin y una de las iglesias punteras del Camino de Santiago a su paso por la provincia: la iglesia de Nª Sª de la Asunción, en Villatuerta, lugar donde el peregrino venera con gran devoción la figura de un curioso santo del Camino, San Veremundo. Fue precisamente en ésta iglesia donde el párroco, que gentilmente se ofreció a enseñárnosla por dentro, nos señaló también el Signum grabado en la portada y a la vez, nos comentó que tenía un amigo que opinaba –cierto es, que no nos especificó por qué- que dicho símbolo, era una marca templaria.
Durante 2010, y en el transcurso de una no menos interesante ruta por las Cinco Villas aragonesas, al menos, pude tropezarme con el Signum en dos de ellas: en la iglesia de San Miguel, en Biota, donde por cierto, también hay cruces paté grabadas en sus muros e incluso una, situada por encima de su portada secundaria, que todavía conserva restos de pintura roja y en Castiliscar, en la portada principal de su iglesia de San Juan Bautista.
Más recientemente, a finales de noviembre del año recién finalizado, tuve la grata sorpresa de encontrarme de nuevo con el Signum, en la imponente iglesia de un lugar de Soria, en el que no se descarta una posible presencia templaria en tiempos: Morón de Almazán. De hecho, y gracias a las gestiones de un buen amigo de Señuela –Cándido Heras- y a la especialísima disposición de don José, el párroco de Morón, tuve ocasión de visitar, a las afueras de la población, la ermita que hoy día se denomina de Nª Sª de de los Santos o de los Santos Nuevos, pero que la tradición, recogida también por Pascual Madoz, asegura que fue, allá por el siglo XIII, aproximadamente, un convento de templarios. No lo recoge, por otra parte, en la relación de doce conventos principales que, según Campomanes (1), tuvieron éstos en España, aunque sí menciona, no obstante, el de San Juan de Otero.
Por añadidura, no deja de ser interesante, cuando no significativa, la existencia de una Virgen románica, de curiosa advocación, la de la Muela, así como el dato, significativo también, de la devoción que en Morón sienten por la figura de San Juan Bautista, Patrón de la Villa, al que celebran con gran júbilo, coincidiendo su festividad con el solsticio de verano.
De la historia de Morón, caben destacar, así mismo, la presencia de figuras de especial interés, algunas de ellas relacionadas con el Temple, como la del rey Alfonso I el Batallador, que en su testamento legó todo su reino a las Órdenes Militares, el mercenario Bertrand Du Guesclin, al que algunos consideran como un neo-templario, la importante familia de los Hurtado de Mendoza y uno de los Marqueses de Camarasa cuya casa, en la actualidad reacondicionada como sucursal de Caja Duero, aún muestra unos desconcertantes grabados, que rondan la magia, la alquimia y la astrología.

 
(1) Pedro Rodríguez Campomanes: 'Dissertaciones historicas el orden y cavalleria de los templarios', Editorial Maxtor, 2008.

jueves, 3 de enero de 2013

¿Una estela funeraria templaria en Bordejé?



Como muchos otros pueblos de la provincia de Soria, no cabe duda de que Bordejé conoció épocas, cuando no tiempos mejores. Situado a apenas un par de kilóemtros de una población de cierta relevancia, como es Almazán, este pueblecito pasaría por completo desapercibido, si no fuera porque la robusta constitución de su parroquial, situada sobre lo más alto de las lomas que bordean el pueblo, llama la atención del viajero a kilómetros de distancia.
Si alguna vez fue un templo románico -posiblemente lo fuera-, apenas lo aparenta en la actualidad. Pero tampoco ese detalle sirve de excusa para pasar de largo y desaprovechar la ocasión de echar un vistazo, dejándonos llevar, siquiera una vez, por la caprichosa veleidad de la curiosidad, pensando que cuando un menos se lo espera, alguna sorpresa se encuentra. Fue de este modo como, allá por las postrimerías del año 2007, me encontré con dos curiosos detalles: unas tijeras abiertas, graciosamente labradas en uno de los sillares de la ventana de la fachada del lado sur, y una estela funeraria, con una doble cruz patada -una grande, y otra más pequeña ocupando el pequeño círculo central- reutilizada como material de relleno en la pequeña galería que protege el pórtico de acceso al templo.
No son muchos los datos que se disponen acerca de Bordejé, pero sí se sabe que hace algunos años, durante una tormenta con importante aparato eléctrico, un rayo incidió sobre la iglesia, ocasionándola considerables desperfectos. De hecho, todas las piezas valiosas que había en su interior, fueron trasladadas de lugar. Mientras que algunas piezas, como imágenes y retablos fueron trasladados a Valladolid para su custodia momentánea y restauración (1), todavía se conserva un Calvario gótico, que se expone en el ábside de la cercana iglesia de San Miguel, en Almazán.
El símbolo de las tijeras, aunque raro, tampoco es excepcional y en ocasiones representaba la aportación que algunos gremios, como el de los sastres, hacían para la creación de un templo. De hecho, este es un símbolo que se puede localizar, y por duplicado, al menos, en uno de los lugares más interesantes del románico de la provincia: el claustro de la concatedral de San Pedro, situado en Soria capital, muy cerca del puente del piedra y del excepcional monasterio de San Juan de Duero y, por defecto, del monasterio templario de San Polo y el camino de acceso a la no menos enigmática ermita de San Saturio.
Tampoco sería un dato demasiado excepcional, que la presente estela funeraria hubiera pertenecido a un miembro de la milicia templaria, si tenemos en cuenta que en las cercanías de Bordejé, aún quedan algunos rastros de la presencia en tiempos de la Orden, como sería el caso de Morón de Almazán, donde todavía se conserva la tradición que señala que la ermita de los Santos Nuevos, situada a las afueras del pueblo, fue en el pasado un convento de monjes-guerreros.
Pero también es cierto, que en ocasiones los pequeños indicios contribuyen a orientar al investigador hacia grandes verdades. Ahora sólo cabe plantearse la cuestión de si el pueblo está enclavado sobre tierras que pertenecieron en tiempos medievales a los templarios y continuar las pesquisas en favor de una confirmación histórica, a ser posible documentada, detalle harto complicado, pero quizás no imposible.  


(1) La información me la proporcionó hace algunos años, la guía de la iglesia de San Miguel, en Almazán, quien añadió que ya jamás volvió a saberse de dichas piezas.