martes, 25 de enero de 2011
Un alto camino de Ucero y Río Lobos: Barcebal
miércoles, 19 de enero de 2011
Enigmática Caracena
De la losa sepulcral, se conservan varios fragmentos que cuelgan, como si de las piezas incompletas de un puzzle se tratara, de la pared situada debajo del coro, al final de la nave. La suspicacia adopta aquí el camino de la probabilidad, porque en uno de los referidos fragmentos, se hace alusión al caballero de la secta mala, queriéndose identificar ésta última, por asociación, como una referencia al Temple, aunque bajo mi punto de vista, también podría hacer alusión a otras agrupaciones minoritarias que sufrieron un destino similar, como pueden ser, por poner un ejemplo, los cátaros. Por desgracia, nada se sabe de los restos que ocultaba la sepultura de la que formaba parte ésta losa, detalle que hubiera sido de cierta relevancia, pues los templarios solían ser enterrados boca abajo, cubiertos por un simple sudario, y en ocasiones, clavado éste a la madera del ataúd, si lo hubiere.
El segundo detalle, se localiza en el ábside, y se trata de una cabeza monstruosa, dotada de tres caras, que no parece guardar relación alguna con la temática cinegética de los canecillos que se encuentran a continuación. Generalmente, se suele considerar a ésta cabeza, como una representación del denominado Baphomet, el supuesto ídolo que al parecer adoraban los templarios en sus ceremonias secretas. A éste respecto, creo interesante añadir la confusión histórica existente hacia tan misteriosa figura, pues ni siquiera los templarios interrogados al respecto por los tribunales de la Inquisición, terminaban de ponerse de acuerdo. Interesantes son los comentarios del escritor y periodista Piers Paul Read (2), quien llegado a este punto, y basado en dichos testimonios, afirma: en ceremonias secretas, adoraban a un demonio llamado Baphomet, que se aparecía en la forma de un gato, o de un cráneo, o de una cabeza de tres rostros.
Este tipo de representaciones trinitarias, no han sido nunca bien vistas por la ecclesia ortodoxa, pues sugieren reminiscencias cultuales de índole pagana y en ocasiones, aunque son una rareza, se identifican también con la figura del dios romano Jano. Surge aquí, pues, otra pregunta no menos importante a tener en cuenta: ¿Baphomet o Jano?.
Otro dato que a tenerse en cuenta, en vista al supuesto de que los principales impulsores del culto a la Virgen fueron los cistercienses y los templarios, es la simbología mariana existente en el lugar. De época románica y gótica, constan al menos dos interesantes tallas: la Virgen del Casar o del Casado, y la Virgen del Monte. Ambas tallas se localizan, por motivos de seguridad, en el interior de la iglesia de San Pedro. Poco se sabe de ellas, a excepción de que la talla de la Virgen del Casar perdió su titularidad con la ruina de la iglesia de San Vicente, que se hallaba situada, al parecer, algunos metros más arriba de la iglesia de San Pedro, y de la que tan sólo sobrevive una pared que forma parte actualmente de un cobertizo para el ganado y el depósito de los aperos de labranza.
La talla de la Virgen del Monte, procede de la ermita del mismo nombre, situada a las afueras del pueblo. Durante un tiempo, estuvo guardada en la iglesia de Santa María -antiguamente denominada Santa María del barrio Gormaz-, pero por idénticos motivos de seguridad, se decidió su traslado también a la iglesia de San Pedro.
No obstante, existe una tercera talla, románica, del siglo XIII, sedente, de unos 30 ó 40 centímetros de altura que, localizada en Soria capital, conlleva una evocadora e interesante advocación: la Virgen de la Estrella. Talla realizada en madera de nogal, policromada, que se exhibe en el Monasterio de San Juan de Duero, junto al fragmento de una lápida procedente de la necrópolis de la aljama de Soria, situada en la ladera del Castillo.
Por último, mencionar también la existencia de una necrópolis de la Edad del Bronce, denominada Los Tolmos, lugar cultual anterior, como tantos otros, en los que solían asentarse los freires del Temple, parece que generalmente dispuesto a aprehender otros sincretismos religiosos.
(1) Como sería el caso, por ejemplo, de la famosa misiva del Papa Inocencio III, otorgándoles una reliquia del Lignum Crucis a los templarios de la Vera Cruz de Segovia, documento que muchos historiadores tienden a calificar de falsificación, y que otros, por el contrario, consideran genuinamente auténtico.
(2) Piers Paul Read: 'Los templarios, monjes y guerreros', Ediciones B, S.A., 1ª edición, marzo de 2010, páginas 367 y 394.
sábado, 15 de enero de 2011
Templarios en Conquezuela
lunes, 10 de enero de 2011
La Cuesta: un enigma de las Tierras Altas sorianas
Y digo de casualidad, porque supe de su existencia tras la lectura de un breve comentario en un libro de Javier Sierra y Jesús Callejo (1) que mencionaba la existencia -he de suponer que en la iglesia de la Asunción, actualmente en completa ruina, como se puede apreciar en los vídeos- de una Sábana Santa, entre cuyas características la tradición insistía en afirmar que tenía auténticas gotas de sangre de Jesús. Sábana que desapareció misteriosamente, cuando los habitantes, por los motivos que fueran, abandonaron el lugar.
Cierto es, así mismo, que con relación a La Cuesta, no dispongo de datos suficientes -ni siquiera echando mano de la Tradición, en su conocida coletilla de fue de- para certificar una posible presencia de los freires milites del Temple en el lugar. Presencia que, por otra parte, no me parecería demasiado descabellada, teniendo en cuenta de que rondaron por la zona, como hemos visto, al menos en el caso de San Pedro Manrique, y posiblemente también en Yanguas. Pero reconozco que la tentación de asociarlos es grande, y no es la primera vez que se relaciona a los templarios con la Síndone de Turín -algunas hipótesis, incluso especulan con la posibilidad de que se tratara en realidad de Jacques de Molay, el último Gran Maestre- y el Sudario de Oviedo.
De lo que no me cabe duda, es de que se trata de un dato, al menos intrigante, como para ser tenido en cuenta; dato que, de alguna manera, vendría a complementar uno más de los misterios y enigmas históricos asociados a esta región, de la que espero poder añadir algo más en un futuro no demasiado lejano.
(1) Javier Sierra y Jesús Callejo: 'La España extraña', Ramdon House Mondadori, S.A., 1ª edición, febrero de 2008, página 168.