domingo, 29 de mayo de 2011

'Cátaros y Templarios', Conferencia de Jesús Ávila Granados




El pasado 10 de mayo, y organizada por la Asociación Cultural Glorioso Mester, el escritor y periodista de origen granadino aunque afincado en Barcelona, Jesús Ávila Granados, pronunció la conferencia Cátaros y Templarios en la España medieval.

El lugar, sito en la castiza Plaza de San Andrés, no podía ser más relevante: lo que hoy en día constituye el Museo de los Orígenes, fue en tiempos una de las casas donde la tradición sitúa parte de la vida, así como uno de los varios pozos del milagro, que caracterizan a uno de los santos más relevantes no sólo de Madrid, sino también del ámbito cultual nacional: San Isidro Labrador.

La conferencia, que duró cerca de dos horas, estaba basada en muchos de los preceptos hace algunos años desarrollados en una conocida trilogía literaria, en la que Jesús abordaba tres mitologías distintas, pero estrechamente ligadas entre sí: la celta, la cátara y la templaria. Lógicamente, una conferencia del tiempo empleado por Jesús, aunque corta para los interesados en estos temas, debe limitarse aquí por cuestión no sólo de espacio, sino también de las condiciones de Blogger para la subida de vídeos. De manera, que aquí se muestran únicamente algunos fragmentos; fragmentos, que no niego han sido especialmente seleccionados porque pienso que su temática puede dar lugar a interesantes debates, en pro o en contra de las afirmaciones de Jesús, pero siempre, espero, realizados desde un punto de vista abierto, educado y enriquecedor, pensando, para describir la labor de investigación y divulgación de Jesús de unos temas demasiado complicados, en aquélla famosa frase de José Saramago: 'en sustancia, yo soy la materia de la que escribo'.



martes, 24 de mayo de 2011

Los eremitorios de Cívica

'...conocida la querencia que algunos miembros del Temple tenían por enclaves de clara connotación mística desde antiguo, es razón suficiente para calificar Cívica de rincón, cuando menos susceptible de haber podido despertar el interés de los templarios de la región. Apenas veinticinco kilómetros separan Cívica del convento que el Temple tuvo en Torija, por lo que necesariamente sabrían de la existencia de tan especial lugar de la vega del Tajuña y quién sabe si su huella no quepa encontrarla en la impronta del triple recinto que rodea el rocoso eremitorio'.

[Juan Ignacio Cuesta Millán (1)]


No es casualidad que ponga esta pequeña disertación de Juan Ignacio Cuesta Galán, como prólogo necesario, en mi opinión, para la presente entrada. Nada conocía de Cívica y sus eremitorios, antes de echar un vistazo al capítulo y página reseñados más abajo. Y dado también que el sitio no se encuentra excesivamente lejos de Madrid -yo diría que a poco más de una hora- decidí, el pasado domingo, iniciar una primera exploración del lugar, motivado, así mismo, por una fotografía similar a la presente, que me pareció, sencillamente, interesante y evocadora.


La zona, ciertamente, merece la pena; porque, partiendo de Torija por una carretera -la CM2011- bastante aceptable para el tráfico rodado -detalle que no ha de considerarse valadí, teniendo en cuenta por los caminos por donde uno tiene que meterse en más ocasiones de las que le gustaría- se llega, aproximadamente 15 kilómetros más adelante, a una villa que, aparte de las pernoctas del fallecido Camilo José Cela y sus celebérrimos viajes a la Alcarria, conserva, sin duda, lugares de notable interés: Brihuega.


Estos lugares tienen un rancio sabor a misterio, y podrían resumirse -una vez dejada atrás la puerta medieval situada al comienzo del pueblo, al lado del hostal donde pernoctó dos veces el mentado Don Camilo- en la iglesia de San Felipe, con su evocadora estrella de David o Sello de Salomón que corona el frontis, por encima del pórtico principal; la iglesia de San Miguel, bastante castigada por el tiempo, y por supuesto, lo que yo definiría como el plato fuerte, santuario para más señas, de una Virgen Negra, que no es otra que la iglesia de la Virgen de la Peña (2).


Ahora bien, no deja de ser anecdótico, cuando no misterioso, desde luego, que no bien se aleja uno aproximadamente quinientos metros de Brihuega, un cartel en ésta carretera CM2011 señala una dirección, hacia la derecha, que entre otros pueblos de los alrededores incluye uno cuyo nombre no deja de ser significativo: Masegoso.


Las casualidades -detalle sobre el que hace mucho tiempo vengo diciendo que no creo- me parecen una circunstancia banal cuando el Temple anda o se sospecha que anda por medio. Y sinceramente, no puedo evitar pensar en uno de los despoblados más famosos de Soria, de idéntico nombre -Masegoso- y señales templarias como la torre de San Adrián, así como la cercanía de un pueblecito que lleva por nombre El Espino; que posee una iglesia bajo la advocación de San Bartolomé y también una curiosa ermita, de planta pentagonal, dedicada a la Virgen del Espinar.






El terreno, a partir de este punto, comienza a alternar monte y valle característicos de esta parte de la vega del Tajuña, hasta que llega un momento, cinco ó seis kilómetros más adelante, en el que te encuentras con la cascada. Está situada a escasos metros de la carretera, detrás de la línea de árboles que sustituyen a los guarda carriles de acero que delimitan la mayoría de las vías de comunicación, junto a un vergel foliáceo que se extiende al comienzo de una prominente formación rocosa. En las proximidades de la cascada, ya comienzan a advertirse algunas oquedades, parcialmente ocultas por la vegetación. Podríamos decir que es el prolegómeno a un pequeño mundo fantástico, en el que sobrevive, al cabo de los siglos transcurridos, una parte del ánima de aquéllos anónimos ingenieros del Espíritu que una vez lo habitaron.


Son varios los recintos que se localizan en este complejo hábitat natural, encontrándose las cuevas a diferentes niveles, como las celdas de una colmena, metafóricamente hablando. En este sentido, causa una cierta impresión, observar balconcillos y balaustradas de piedra -materia prima por antonomasia- delimitando las entradas; un detalle moderno, al parecer, que responde al intento de reproducir el complejo eremítico con el aspecto que se supone que tuvo en la época medieval.


Algunas de las cuevas son accesibles; como es de suponer, se trata de aquéllas que están situadas a ras de suelo. Merece especial mención, una en concreto que, cercana a la cascada y a la carretera, y dotada de puertas y ventanas ojivales de aspecto gótico, conserva algunos detalles de cierto interés. Rotos los candados -quién sabe cuándo y por quién- así como desvencijada la puerta, el pequeño mundo interior que se ofrece a la vista, muestra el esmerado aprovechamiento de un habitáculo dotado de dos niveles. En el nivel inferior, y a mano derecha según se entra, se observa que una parte considerable del lienzo rocoso ha sido labrado y rebajado, hasta conseguir la forma de pequeñas alacenas. Algo más allá, y al frente, se aprecian unos escalones perfectamente labrados en la piedra, que permiten el acceso a un piso ligeramente más elevado y dotado de una pequeña balaustrada, de piedra también, en la que se observan motivos pentagonales; es el acceso al lugar más íntimo del habitáculo, el sancta-samtórum donde probablemente dormía el ermitaño. Algunos sillares de piedra taponan, al fondo y a la izquierda, lo que parece ser una prolongación en la oquedad.


No obstante, donde mejor se advierte el impresionante trabajo de ingeniería desarrollado por estos desconocidos y anónimos topos humanos, es en el primer nivel de cuevas situado en la parte principal y más destacable del promontorio rocoso; allí, precisamente, donde el terreno se ve delimitado por una cerca de piedra, de idéntica factura a las que sirven de balconcillos o balaustradas de los pisos superiores y que posiblemente circundara, en tiempos, algún huerto, aunque en la actualidad constituya una pequeña selva, donde la vegetación campa a su libre albedrío.


La entrada, similar a la cueva que hemos descrito con anterioridad, en cuanto al estilo ojival de puerta y ventanas, reserva, sin embargo, ciertas curiosidades que merecen la pena reseñarse. De dimensiones aceptables, contiente cuatro espacios o celdas, perfectamente delimitados, comunicados entre sí por aberturas de forma ojival, labradas en la roca. No obstante, en una de llas, se advierten trabajos de albañilería en los que se utilizaron rocas y cantos para levantar un muro de separación, de manera que se tiene la impresión de que los habitáculos fueron amoldándose a medida de los inquilinos que iban a ocuparlos lo hacía necesario.


En el habitáculo situado a mano derecha, según se entra, aparte de las alacenas de piedra, se localiza una columna en su parte central. La altura no representa ningún problema y permite caminar con toda comodidad por el interior de la cueva. No se advierten marcas ni señales, grabadas en la roca; y para ser honestos, tampoco es posible especificar en qué época y por quién se realizaron estos trabajos. Pero el lugar, sin duda, resulta de lo más interesante -incluso místico- y no hay que descartar, a priori, sorpresas en este sentido si se tuviera la oportunidad de poder realizar una exploración a fondo en las cuevas del nivel superior.


(1) Gran Guía de la España Templaria, Templespaña 2007. Del capítulo IV: Ruta templaria de Guadalajara, en la 1ª edición de Santillana Ediciones Generales, S.L., enero de 2008, página 143.

(2) Nótese que en distancias relativamente cortas se encuentran otros dos santuarios con idéntica advocación: uno en Sepúlveda y otro en Calatayud. Y los tres, significativamente, situados en la parte más alta de la ciudad.




sábado, 14 de mayo de 2011

Juegos, templarios y mitos

'En el Camino de Santiago, la Oca se nos presenta en dos formas lingüísticas bien precisas. La más antigua, cuyo origen es pre-indoeuropeo: Auch, Ouche. Que a través del latín Aucam y del bajo latín Auca, ha producido Auca y Oca, en España, dando lugar en Francia a formas como "Auche" y "Oie". La más reciente, de origen indoeuropeo, derivado del sánscrito: Hamsa. Que a través del latín Anser y del gótico Gans, ha evolucionado, en España, produciendo Ansar y Ganso, mientras que la forma "Jars" quedaba relegada en nuestra península para afirmarse en Francia, donde ha producido una curiosa frase hecha: "dévider le jars", que en sentido figurado significa "hablar el argot", tanto del lenguaje de oficio, argot de los Constructores, como de lenguaje esotérico, argot iniciático o alquímico...'.

[Rafael Alarcón Herrera (1)]



La elección de este párrafo de Rafael Alarcón, se debe a varios motivos, aunque no exclusivamente al fenómeno observado con su cita en las obras de numerosos autores, que la han considerado esencial a la hora de hablar de un símbolo -la oca- que constituye todo un emblema de ese camino iniciático, que es el Camino de Santiago o Camino de las Estrellas, entre otras muchas denominaciones. Mis motivos, por supuesto, son personales y derivan, sine quanum, de dos conceptos básicos e indivisibles:

El primero, es el respeto y la admiración que profeso al Señor Alarcón, por sus extensos conocimientos, no sólo en lo referido a ésta materia o a un tema, el de los templarios, que podría considerarse, a priori, complementario, sino también a otras disciplinas de investigación, tanto o más complejas que las anteriores, y desde luego, no menos interesantes.

El segundo, quizás más importante, está motivado por la amistad que me une a su persona, y de la que, aparte de enriquecerme, humana y culturalmente, aunque huelgue decirlo, hace que me enorgullezca, pues no dudo de que todo aquél que le conoce, coincidirá conmigo en que se trata de una persona cuyo calibre humano bien merece un brindis.

Aún hay una tercera razón, que en mi opinión, complementa a las anteriores, y a la vez, desvanece bastante un factor en el que cada día creo menos, como es la casualidad: estuvimos juntos en Torres del Río y al menos, en cuanto a visualidad y percepción se refiere, nos hicimos eco, prácticamente, de las mismas cosas.

Torres del Río, es una pequeña e interesante población navarra, situada a escasos 36 kilómetros de otra provincia de mistérica relevancia, como es La Rioja. Una distancia aproximada, la separa, así mismo, de ese puntal tradicional donde todos los caminos se hacen uno solo, que es Puente la Reina; y además de compartir el privilegio de ser punto de parada y paso en el camino jacobeo, comparte, también, al igual que ocurre con la joya del Valle de Valdizarbe, Eunate, la leyenda negra de la autoría templaria, en relación a su templo más relevante: la iglesia del Santo Sepulcro (2), en cuyo interior, se conserva uno de los Cristos más hermosos de nuestro Patrimonio artístico románico

Pero, aunque sin duda interesante y atractivo, no es éste un tema que pretenda desarrollar en esta entrada, sino que, aprovechando las circunstancias de que en Torres del Río se localizan los elementos que conforman su título y sentido, sí me gustaría comentar siquiera sea como introducción para un desarrollo más profundo en el futuro, esta asociación de mitos, que constituye uno de los amplios y variados temas que concurren dentro de las circunstancias inherentes al Camino Jacobeo.

El Juego por antonomasia, aquél que más íntimamente está asociado a las vicisitudes supuestamente iniciáticas del Camino de las Estrellas, es el Juego de la Oca. Sus orígenes, desde luego, son inciertos, y cualquier esfuerzo encaminado a desverlarlos ha de verse, forzosamente, sometido al incipiente universo de la especulación. Dentro de este peculiar universo, y es de suponer que en base a parecidos razonables, se pretende ver un posible origen minoico -recordemos que en Creta se localizaba el Laberinto del rey Minos (4)- al ser comparado por la similitud del tablero con uno de los objetos más fascinantes y a la vez más polémicos -en la actualidad, se supone que se trata de un fraude- de los que hace o ha hecho gala de una disciplina académica estructuralmente fundamentalista, como es la Arqueología: el disco de Faistos.

Por asombroso que parezca, el disco de Faistos contiene una estructura similar al tablero, y como éste, está compuesto por un número semejante de casillas. Las casillas, a su vez, contienen una serie de símbolos, cuyo significado permanece incógnito a día de hoy. Ahora bien, por similitudes, también podríamos mencionar un antiquísimo y curioso juego, que se remonta a Egipo y más concretamente al periodo conocido como Imperio Antiguo. Su nombre es mehen, y aunque se desconocen por completo las reglas, se sabe que el juego se desarrollaba sobre un tablero en espiral y las fichas estaban compuestas por peones de marfil que tenían la forma de leones y bolas. Para añadir más misterio al asunto, la oca es un animal que no sólo formaba parte de la vida cotidiana de los egipcios, sino que además de estar representada en numerosas escenas localizadas en recintos funerarios, también, dependiendo del Alto o Bajo Egipto, era una de las formas que adoptaba el dios Amón, conocido entre otros sobrenombres, como el Oculto.

A la pregunta de qué papel tenía el Temple en relación al juego de la Oca, yo diría que posiblemente ninguno; la estricta observancia de su Regla prohibía a los templarios toda clase de juegos -incidiendo en el ajedrez- a excepción de la rayuela y las tabas, que estaban considerados juegos inocentes (5). Otra cosa distinta sería su utilización por las agrupaciones gremiales, bajo la protección o fuera de la protección del Temple.

Parece indiscutible, así mismo, que el Juego de la Oca es un juego adoptado por los peregrinos, aunque el cuándo quede pendiente por falta de datos precisos, y difícil resulta no encontrárselo en cualquiera de los albergues del Camino Jacobeo. En Torres del Río, pues, coinciden tres elementos que conforman uno de los grandes mitos del Camino: los peregrinos, la supuesta presencia del Temple en algún periodo de los siglos XII-XIII -de hecho, se habían establecido en casi todos los enclaves importantes del Camino de Santiago- y por supuesto, uno de los juegos más apasionantes e instructivos de todos los tiempos: el Juego de la Oca.






(1) Rafael Alarcón Herrera: 'A la sombra de los templarios, ediciones Martínez Roca, S.A., 3ª edición, octubre de 2004, 'El Camino de la Oca hacia Santiago de Compostela', página 69.

(2) El tema es relevante, por cuanto que suscita numerosos debates entre defensores y detractores de la autoría templaria de este modelo de iglesias de planta octogonal, basadas, a priori, en el modelo de la mezquita de Al-Aksá o Cúpula de la Roca, en Jerusalén. A Eunate y a Torres del Río, ha de sumarme, necesaria e imprescindiblemente, la iglesia segoviana de la Vera Cruz. Así mismo, creo que resulta relevante mencionar aquí la opinión de Régine Pernaud, una reconocida medievalista francesa, en tiempos conservadora de los Archivos Nacionales de Francia, que, aún tomando partido por los detractores de la autoría templaria de Santa María de Eunate y el Santo Sepulcro de Torres del Río, sí se mantiene a favor, sin embargo, de la autoría templaria de la Vera Cruz de Segovia (3).

(3) Régine Pernaud: 'Los Templarios', Librería El Ateneo Editorial, Argentina, 2ª edición, 1981-1983, Capítulo 3: 'La arquitectura de los templarios', página 35 y ss.

(4) El Laberinto del rey Minos de Creta, lugar donde el héroe Teseo dio muerte al terrible Minotauro, con la ayuda de Ariadna. En el tablero de la Oca, son éstas quienes hacen el papel de Ariadnas, ayudando al jugador que tiene la fortuna de caer en cualquiera de las casillas por ellas ocupadas. Por otra parte, el laberinto es un símbolo universal, que se localiza no sólo en numerosos templos románicos y hasta designa, en ocasiones, la marca personal del Magister Muri, sino que se remonta a la época de los petroglifos y se localiza a todo lo largo y ancho del mundo.

(5) Juan Eslava Galán: 'Los templarios y otros enigmas medievales', Editorial Planeta, S.A., 2001, página 23.

jueves, 5 de mayo de 2011

La encomienda templaria de Aberin

Una vez suprimida la Orden del Temple, las posesiones que éstos tenían en Navarra, pasaron a engrosar el patrimonio, principalmente, de la que, a pesar de participar codo con codo en numerosas acciones de combate en Tierra Santa y tener, a priori, similares objetivos, se ha considerado siempre su eterna rival: la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Si dejamos aparte Puente la Reina -de la que volveré a hablar, no obstante, en otra entrada- son diversos los autores que coinciden en señalar, con absoluta certeza, la existencia de dos importantes encomiendas que el Temple tuvo en tierras de Navarra: la de Ribaforada y la de Aberin. Ambas, terminaron en manos de los hospitalarios en 1313.

Se puede considerar el pueblecito de Aberin, situado a escasos kilómetros de Estella, como uno más de los numerosos pueblos que se formaron a raíz de las acciones de repoblación llevadas a cabo por diferentes reyes, en las que el Temple tuvo un especial protagonismo. Y reitero lo de especial protagonismo, no referido al ámbito guerrero o esotérico, que suelen atraer más la atención, sino a la jurisprudencia -si se me permite la utilización de dicho término- que ejercían en aquellos lugares que, bien por permuta o bien por donación, pasaban a considerarse de su dominio y propiedad, y sobre los que tenían la suficiente autoridad como para otorgar cartas de población o mejora de fueros. Al parecer, Aberin fue uno de estos casos.

A diferencia de numerosos lugares que fueron o se sospecha que pudieran ser de origen o propiedad templaria, cuya falta de documentación histórica obliga al investigador a moverse ineludiblemente por el escurridizo universo de lo hipotético, de Aberin y su encomienda se conocen datos fidedignos como para situar sus comienzos en el año 1177, cuando el lugar fue donado por el rey Sancho VI, padre, imagino, de un sucesor, Sancho VII el Fuerte, que jugaría un importante papel en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, acaecida en julio de 1212. También se conoce el nombre de uno de los primeros Maestres, Pedro de Rovira y se sabe que una cincuentena de años después, en 1225, permanecían en la encomienda de Aberin un comendador de posible nombre y origen francés -Aymerich de Estuga- y seis freires más.

Las principales actividades y fuente de recursos de la encomienda, estaban basados en la explotación agrícola, y dentro de ella, parecían tener un papel destacado la plantación de cereales y los olivos. De hecho, aún se pueden apreciar numerosos olivos, no sólo en los campos adyacentes, sino también en los campos pertenecientes a otros términos municipales cercanos, como puede ser el caso de Villatuerta, localidad situada a 5 kilómetros de distancia. En Villatuerta, curiosamente, se dan tres circunstancias interesantes, que creo no estaría de más comentar, siquiera de una manera somera:

- es el lugar de nacimiento del Patrón del Camino Jacobeo navarro, San Beremundo. San Beremundo -el nombre ya de por sí lo dice todo, ver el mundo (1)- es otro de esos interesantes personajes del Camino, portador del báculo característico no sólo a la figura de los grandes Magisters, sino también de los Grandes Maestres del Temple.

- a las afueras de Villatuerta, y rodeada por campos de olivos, hay una ermita de posible origen prerrománico, muy visitada por los peregrinos -en espera de la correspondiente entrada, se pueden ver los exvotos de éstos, en la entrada que lleva por título Hermanos del Camino, de mi otro blog Recuerdos de un peregrino- que se encuentra bajo la advocación de uno de los santos devocionales de la Orden: San Miguel.

- Dentro del término municipal de Villatuerta, y en uno de los laterales de su hermosa iglesia gótica dedicada a la figura de la Asunción, se puede ver un curioso graffiti, que algunos atribuyen a los templarios, y que, aparte de encontrarse en numerosos templos navarros (2), se localiza, también, en la iglesia de planta octogonal de Santa María de Eunate (ver minuto 054 del segundo vídeo, pues también se encuentra en Aberin).

La encomienda de Aberin, por otra parte, quedaba situada en pleno camino jacobeo navarro, y como se puede apreciar en los vídeos, ha sobrevivido lo suficiente de ella, como para darnos una idea, siquiera aproximada, de cómo era en realidad: un extenso recinto amurallado, de forma cuadrada o rectangular, provisto de torres en cada una de las esquinas, aunque no todas ellas han sobrevivido. Un recinto, capaz de albergar, aparte de las caballerizas, los alojamientos de los freires y los graneros, un hospital para la atención de los peregrinos.


Hoy en día, éstas dependencias son de propiedad particular, y resulta previsible suponer que sus propietarios las utilizan para guardar sus aperos. Por desgracia, la visita, aunque fructífera, no fue completa porque la persona que tenía la llave de la iglesia no se encontraba en el pueblo.




Ahora bien, independientemente del simbolismo interior perteneciente a la iglesia de San Juan Bautista, el simbolismo exterior -principalmente los capiteles del pórtico de entrada- así como las numerosas marcas de cantería, dan óbice suficiente para la especulación:


Dejando a un lado los capiteles que muestran escenas más o menos conocidas e interpretables, como el de la Anunciación, uno que podría representar la conocida historia de Sansón y el león (3) y otro que muestra una lucha de guerreros en el que algunos autores creen ver a un soldado del Temple luciendo heráldica en su escudo, no deberían llamarnos demasiado la atención, las alusiones a la dualidad (4). Sin embargo, aquí, en los capiteles, la dualidad constituye un motivo que se repite con asombrosa frecuencia, aludiendo, también, en mi opinión, a la figura de Géminis o los Gemelos, representados, en algunos de los motivos, detalladamente unidos por la cabeza. Entrelazados sus cuellos, aunque menos elaboradas, se encuentran, así mismo, dos ocas, similar tipo de representación que las que podemos encontrar en uno de los capiteles del pórtico de entrada de la iglesia del Crucifijo de Puente la Reina. Las arpías, por regla general, asociadas con la maldad y el pecado, son otro de los motivos que también se localizan y repiten en los capiteles. Incluso las caras animales o monstruosas de cuya boca surgen lianas (5) similares en sentido y factura a muchas otras que se localizan en numerosos templos románicos, relacionados o no con el Temple, incluido el de Eunate, aunque en éste son dobles.


Existe, también, una gran variedad de marcas de cantería, cuya extensión se hace más patente n la zona absidial de la iglesia de San Juan Bautista. Entre ellas, se encuentra el báculo, presente en numerosos templos templarios, así como otra curiosa marca, con forma de i griega, que el investigador francés Louis Charpentier (6) cataloga dentro de los múltiples símbolos hallados en las polémicas tabletas de Glozel (7).


(1) La sugerencia me la comentó amablemente Rafael Alarcón Herrera, cuando abandonábamos la iglesia de la Asunción de Villatuerta y nos encaminábamos hacia la ermita de San Miguel.


(2) Este símbolo, también se localiza en algunas iglesias de las Cinco Villas aragonesas y en la iglesia soriana de San Miguel Arcángel, en Andaluz.

(3) A los templarios les estaba prohibida la caza, excepto la del león. Este detalle podría ser también alegórico. El león, precisamente, era el animal representativo del evangelista San Marcos: 'aquél que grita en el desierto'. Se ha representado, también, de manera simbólica aludiendo a la figura de Jesucristo: 'el León de Judá'.

(4) La dualidad estaba muy presente en el mundo simbólico de los templarios: dos caballeros en un solo caballo; o comiendo de la misma escudilla; dos colores en su bauceant o estandarte...

(5) Se barajan diferentes líneas de interpretación a referidas a estos confusos motivos, abundantes en el Arte Románico: alusión al mundo celta y la Antigua Religión; indicación de sigilo y secreto entre los gremios canteros; añoranza de la Edad Dorada, perdida con el pecado de Adán y Eva; e incluso, según diversas fuentes, una referncia al 'don de lenguas'.

(6) Louis Charpentier: 'Los gigantes y el misterio de los orígenes', Editorial Plaza & Janés, 1976.

(7) Glozel es una localidad situada en el departamento francés de Allier. Las misteriosas tablillas con gran profusión de símbolos desconocidos, fueron descubiertas por Emile Fradin en marzo de 1924, generando tanta controversia en el mundo científico que, incapaz de descifrarlas, no tardó en considerarlas una falsificación.





domingo, 1 de mayo de 2011

El Cerco de Artajona

Artajona es una localidad navarra situada a medio camino, aproximadamente, de Tafalla y Puente la Reina. Una localidad, que aún conserva buena parte de su aspecto medieval, incluidos, por supuesto, algunos tramos de las murallas -el Cerco- que la rodeaban y protegían en tiempos.

Dada, como digo, su cercanía a Puente la Reina, no ha de sorprendernos, en absoluto, la presencia, detrás de sus muros, de las órdenes medievales de caballería; y entre ellas, desde luego, la que para bien o para mal, puede considerarse la más famosa y admirada de todas ellas: la Orden del Temple.

De la presencia templaria, aún quedan algunas notables evidencias en una región -Navarra- que se caracteriza y caracterizó en tiempos, no sólo por constituir un auténtico puntal en el Camino Jacobeo o Camino de las Estrellas, sino también porque fue foco y destino de contínuas campañas militares -aceifas o razzias- canalizadas desde el poderoso califato de Córdoba.

Se tiene constancia de la presencia del Temple en Navarra a partir de 1142, cuando se instalaron en Puente la Reina, ciudad en la que fundaron su primera encomienda, y a cuyo alrededor fueron haciéndose con numerosas posesiones, siguiendo las rutas del camino jacobeo (1), Entre ellas, Artajona.

Dentro de los edificios religiosos que han sobrevivido hasta nuestros días, destaca, bien visible detrás de las murallas, la mole impresionante de la iglesia-fortaleza de San Saturnino, siglo XIII y la ermita de la Patrona de la villa: Nuestra Señora de Jerusalén, cuya festividad se celebra del 7 al 15 de septiembre. En su interior, se conserva la imagen románico-gótica original, de pequeñas dimensiones y con la particularidad de estar fabricada en metal, probablemente traída de los Santos Lugares por los freires milites.

Son muchas las leyendas y tradiciones relacionadas con el Temple, que aún se conservan en la provincia. Un dato significativo a tener en cuenta, y posiblemente relacionado con ellos también, sea la celebración, cada 24 de agosto, de la festividad de San Bartolomé, santo que para ellos tenía una más que especial devoción.

Aparte de los asentamientos romanos localizados en el lugar donde se levantan las murallas -las mejor conservadas de Navarra- cabe destacar la existencia de varios dólmenes -el de la Mina y el Portillo de Enériz-, así como los restos de un poblado de la Edad del Hierro, conocido como El Dorre.






(1) Rafael Alarcón Herrera: 'A la sombra de los templarios', Ediciones Martínez Roca, 3ª edición, octubre de 2004, página 174.