lunes, 27 de septiembre de 2010

Carrión de los Condes: iglesia de Santiago

'De la iglesia de Santiago se dice, con razón probable, que fue obra de templarios. Poco queda, aparte la fachada, de su primitiva fábrica románica, pero esa fachada contiene una serie de elementos que la hacen única por el simbolismo representado y el mensaje transmitido'.
[Juan García Atienza, 'Segunda Guía de la España Mágica', Ediciones Martínez Roca, S.A., 1982, página 151]

+++++++

Posiblemente, desde la fecha en que este infatigable investigador de la España mágica y mistérica publicó la obra de referencia, hasta nuestros días, muchas sean las circunstancias en las que se haya visto envuelto el templo de Santiago, uno de los más emblemáticos de ésta ciudad puntera del Camino de la Vía Láctea, que es, sin duda alguna, Carrión de los Condes.
Por fortuna, y en esto, desde luego, coincido con la opinión de Juan García Atienza, ha sobrevivido, en relativo buen estado -detalle ya de por sí portentoso- una portada que bien pudiera considerarse, con todo merecimiento, de las mejores del románico español, y que recuerda, y mucho, aquélla otra que se puede admirar en la iglesia de San Juan Bautista -el nombre lo confirmaron los propios habitantes del pueblo, pues aún subsiste la duda de si su advocación es la de San Pedro- en el también pueblecito palentino de Moarves de Ojeda.
No obstante, y a diferencia de este templo de Moarves, la iglesia de Santiago -encajada entre casas particulares, comercios y alguna que otra oficina bancaria- hace años que se vio relegada de todo culto, para convertirse en un sencillo museo diocesano, a cuyo internado han ido a parar algunas piezas huérfanas cuyos orígenes, en muchos casos, simplemente se desconocen.
Ahora bien, y volviendo al simbolismo de la portada que nos ocupa, y siguiendo las referencias proporcionadas por Julio César Izquierdo Pascua en su libro Rutas del románico en la provincia de Palencia (1), el monumental conjunto que ofrece la referida portada, representaría -en opinión del profesor don Jesús Herrero- una definida disposición iconográfica, en la que el Pantocrátor, el Tetramorfos y los Apóstoles -decapitados la mayoría- constituirían una alegoría del Cielo; los oficios, situados en el nivel intermedio, simbolizarían la Tierra, siendo los capiteles y cimacios del nivel inferior, los símbolos que, alegóricamente, señalarían, respectivamente, el Purgatorio y el Infierno.


(1) Julio César Izquierdo Pascua, 'Rutas del románico en la provincia de Palencia', Castilla Ediciones, 2001, página 92.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Cezura, Palencia: iglesia de Santiago

Otra iglesia que, aún sin existir un testimonio fiable que lo acredite, sugiere la presencia, en tiempos , de la Orden del Temple: la iglesia de Santiago, en Cezura. Mucho han cambiado los tiempos desde la época de esa posible presencia -que habría que datar, con toda probabilidad, en los siglos XII y XIII- y mucho, también, los estilos que, a modo de reforma, han ido asentándose progresivamente en los cimientos de este peculiar templo, situado a pie mismo de carretera. De hecho, de la portada original no queda rastro; y sí queda, por desgracia, en su lugar, una portada de relleno o circunstancia, de estilo plateresco, que no aporta información alguna y que, por otra parte, desmerece considerablemente el resto del conjunto.
De Cezura, interesa saber que es un pueblecito palentino que, para más referencias, se encuentra situado muy cerca -o mejor dicho, a escasa distancia- de la ermita rupestre de Santa María de Valverde; de manera que, por su situación fronteriza con Cantabria, bien pudiera darse el caso de que en sus orígenes hubiera sido fundado y repoblado por pioneros de allende los Picos de Europa, durante alguno de esos oscuros episodios de razzias moras y obstinadas escaramuzas astures, que parecen ser la característica más reseñable de ese periodo altomedieval comprendido entre los siglos IX y XI.
Interesante resulta, sin embargo, el interior, donde aún pueden localizarse muestras de la decoración pictórica -hemos de pensar que original- que cubría antaño la zona absidal. Pintura, por otra parte, que representa formas geométricas romboidales, de colores blanco, rojo y negro, que podrían pertenecer a un periodo románico tardío o, quizás, a un gótico posterior.
Del altar destaca una escultura de cierto tamaño, que representa al apóstol Santiago en su conocida faceta de matamoros, en clara referencia a la ficticia batalla de Clavijo, antecedente, en su forma y extensión, a aquellas otras historias bélicas modernas, como los famosos ángeles de Mons, cuya providencial aparición en los campos de batalla, en 1915, salvó al ejército británico de un completo desastre frente a las que se podrían considerar las hordas moras de entonces: el ejército alemán.
Aunque no se puedan considerar como prueba irrefutable, sí merecen, por simpática sospecha, al menos un comentario. Me refiero a las cruces paté o patadas que, en número de cuatro, se localizan perfectamente cinceladas en diferentes partes de la estructura: dos en los sillares cercanos al ábside; una en el interior del templo y la cuarta, inaccesible, en la zona del campanario, según nos comentó la persona encargada del recinto.
Dentro de la variedad temática desarrollada en los motivos que conforman los canecillos absidiales, destacan -aparte de las típicas referencias a aves y animales más o menos fantásticos- los nudos o entrelazados de origen celta. Sin conseguir el fabuloso efecto que los canteros de otras escuelas, el cantero que los labró, a pesar de todo, y aunque de manera bastante tosca, puso cierta voluntad a la hora de cincelar los pliegues de las túnicas de varios individuos.
Este factor de calidades, trasladado a los motivos que decoran los capiteles interiores, induce a suponer, en mi opinión, la existencia de al menos dos gremios canteros bien diferenciados. Contrasta, comparativamente hablando, el detallado cincelado con que la mano de este otro cantero de interiores, labró hasta el último detalle, incluidas las cabezas, para simular las cotas de mallas de las numerosas figuras de guerreros que conforman el leit-motif principal de los mencionados capiteles.
Curiosos, en su forma y significado, de estos capiteles interiores destaca -quizás como una interpretación personalizada del artista- aquél en particular, que muestra a un personaje central, magnificado en su trono, cuyas manos sujetan las bridas de los caballos de sendos guerreros, que bien pudiera representar, alegóricamente hablando, un tema en absoluto desconocido en la región: la leyenda de Alejandro Magno y los grifos.
Los grifos, animales mitológicos adoptados en el bestiario románico y que, en este caso, vendrían a recordar un episodio de la fabulosa leyenda de Alejandro, quien por mediación de estos animales alados, vería desde el cielo la extensión de todas sus conquistas.
En fin, perteneciera o no al Temple, de lo que no cabe duda, es de que nos hallamos frente a un templo cuya visita no defraudará; sobre todo, si el visitante sitúa la vista más allá del conjunto, para detenerla en la multitud de detalles que posee y que, a la postre, le reportarán temas de interés con los que conjeturar.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Matalbaniega: iglesia de San Martín Obispo

Situado en tierra de campos, dentro de lo que, razonablemente, se puede considerar cercano al entorno de Aguilar de Campóo, el pueblecito de Matalbaniega sorprende con un soberbio ejemplar de templo románico que, para frustración del investigador, conlleva la sospecha o el sambenito tradicional, según se mire, de ser de templarios.
Tanto por su aspecto, como por la colina donde se levanta, constantemente batida por el viento, produce, en el observador que voluntaria o casualmente pasa por allí, una sensación, si no de agobio, sí al menos de curiosa inquietud. No tanto por su extraña torre, que da la impresión de estar inacabada o incluso dejada así a propósito, como por la enigmática forma de sus canecillos -inusualmente alargados- portadores, igualmente, de un no menos extraño y monstruoso bestiario simbólico, consigue que, aún maltratada por el tiempo, no deje de procurar respeto y hasta cierto punto, producir un estremecimiento.


Algunos investigadores (1), comparten la suposición de que la iglesia estuviera integrada en un monasterio, constituyendo la portada sur -cegada en la actualidad- el acceso al claustro.

(1) Julio César Izquierdo Pascua, 'Rutas del románico en la provincia de Palencia', Castilla Ediciones, 2001, páginas 150-151.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Quién es quién en Villasirga: el enigma de la Virgen Blanca

[Villalcázar de Sirga: iglesia de Santa María la Blanca]
Uno de los enigmas más fascinantes de este templo de Villasirga, templario por diseño y nacimiento, no es otro que aquel que se refiere, en realidad, a la identidad de la Virgen Blanca, figura mariana cuyos milagros -múltiples y variados- atrajeron poderosamente la atención de romeros y peregrinos -hasta el punto de conseguir que tanto el templo como la población, formaran parte activa del Camino Jacobeo- constituyendo, a la vez, la base principal de una auténtica joya medieval, que ha llegado hasta nuestros días con el nombre de Cantigas de Santa María.
Escritas por el rey Alfonso X en el periodo comprendido entre 1257 y 1283, al menos una docena de ellas (denominadas loor) hacen cumplida referencia a algunos de los numerosos milagros atribuídos, en particular, a esta figura mariana que, al igual que otras muchas figuras de similar índole, generaron una espectación inusitada entre el pueblo, fomentando cultos que aún perviven en la actualidad.

[Figura 1: imagen mariana realizada en piedra. Capilla de Santiago]
Independientemente del hecho, relevante de por sí, de que, coincidiendo con aquellos que opinan que tiene mayor importancia el lugar donde se producen tales fenómenos que la imagen en sí, la variedad de tallas, así como el detalle de que no todos los elementos están en su lugar original, han conseguido que en la actualidad se tenga una enorme confusión a la hora de identificar a la figura objeto de tan fiel y grande veneración.

[Figura 2: talla, posiblemente gótica, localizada en el Retablo Mayor]
Dado que se sabe que la imagen de la Virgen estaba en el altar, algunos investigadores suponen que se trata de la imagen (Figura 2) que se localiza actualmente ocupando el centro del Retablo Mayor.

[Figura 3: Virgen desconocida. Capilla de Santiago]

Otros investigadores, sin embargo, apuestan por una de las varias figuras marianas que se encuentran situadas en la denominada Capilla de Santiago; figuras, por otra parte, frente a cuya visión, se tiene la sensación de que custodian y protegen los sepulcros del infante don Felipe -hermano del rey Alfonso X-, su esposa y un caballero desconocido, cuya verdadera identidad se desconoce también, aunque hay división de opiniones en cuanto a que perteneciera a un caballero templario o, por el contrario, constituyera el sepulcro de un caballero santiaguista, Orden receptora de la iglesia tras la disolución de la Orden del Temple.

[Figura 4: imagen mariana mutilada. Capilla de Santiago]
No son pocos, sin embargo, los que apuestan por la imagen mariana (figuras 4 y 5) situada más cerca de los sepulcros, y en la que se observan mutilaciones relevantes, como, por ejemplo, la mutilación de la mano derecha de la Virgen -mutilación que parece sugerir, como ocurre en numerosos casos, que fue hecha para la colocación en tiempos de algún vestido- que nos impide saber cuál era el símbolo originario que portaba, y la cabeza del Niño, detalle brutal aunque significativo, que parece indicar que el verdadero interés reside en la figura indiscutible de la Madre, señalando su acepción simbólica de Gran Diosa Madre o Madre Tierra.

[Figura 5: imagen mariana mutilada 2. Capilla de Santiago]
Un enigma más, y no precisamente de los menos significativos, a sumar a los numerosos enigmas consignados en un templo cuya estructura, aunque desvirtuada en la actualidad por determinados factores que la alteraron a lo largo de los siglos -terremotos, reconstrucciones, etc-, fue concebida, en mi opinión, como centro mistérico, capaz de rivalizar, por sus especiales cualidades, con otros centros de obligado paso dentro de un no menos mistérico y apasionante Camino: el Camino Jacobeo, Camino de la Vía Láctea o Camino de las Estrellas.