lunes, 28 de junio de 2010

Recuerdos del Temple en Toledo

Independientemente de que en la actualidad se esté llevando a cabo una exposición sobre el Temple, en la denominada Posada de la Hermandad -un edificio que, a juzgar por sus características, posiblemente pertenezca a los siglos XVI-XVII- no cabe duda de que, aparte de ser conocida en el mundo entero por la tradicional calidad de sus aceros, la artesanía toledana rinde cumplido tributo a estos pobres soldados de Cristo, héroes o villanos, según se mire, pero protagonistas de mil y una leyendas.

Múltiples son los negocios tradicionales, posiblemente mantenidos durante generaciones de familias artesanas, que se extendien por las calles que rodean ese histórico casco antiguo, foco de las Tres Culturas, que tantas historias y tantas leyendas ha legado a la posteridad y que, de hecho, contribuyen sobremanera a acrecentar su encanto.

Y resulta extraño, cuando no inconcebible, observar un escaparate en el que, dentro de la extensa variedad de guerreros medievales, no destaquen los templarios, con sus túnicas blancas y esa cruz carmesí en el pecho -probablemente otorgada en 1147 en París, por el Papa Eugenio III (1)- que simboliza la sangre del mártir, sobre el blanco de la casta.

No en vano, el Temple custodió parte de las murallas de la ciudad, participando, como auténtica fuerza de choque, en unión de otras órdenes religioso-militares, en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa -julio de 1212- conocida, también, como la batalla de los Tres Reyes, que habría de significar el principio del fin del poder almohade en la Península.

(1): Piers Paul Read: 'Los templarios, monjes y guerreros', Ediciones B, S.A., 1ª edición, marzo 2010

jueves, 10 de junio de 2010

Restos templarios en Ayerbe: la torre de San Pedro

Huérfana por completo de nave, y aunque a simple vista no lo parezca, el templo que se levantaba junto a ésta torre románica tenía la categoría de colegiata, es decir, fue una iglesia principal que contaba con un cabildo eclesiástico y en ella las liturgias eran similares a las de las catedrales. Así rezan los carteles indicativos refiriéndose a este resto que, si bien desmebrado sin remedio, fue declarado, no obstante, Monumento Nacional en 1924 y Bien de Interés Cultural en 2003.
No obstante, muchas son las circunstancias que han concurrido para que de ésta iglesia, que ya hemos dicho que tenía la categoría de colegiata, se perdiera irremisiblemente do, esparciéndose sus fragmentos como cenizas al viento.

Pero sin duda, y siguiendo idénticas pautas a las seguidas por numerosos monumentos históricos de la Península, la Guerra de la Independencia marcó el principio del fin. Especialmente cuando aquí, en Ayerbe, las tropas francesas contribuyeron a la demolición del edificio, utilizando sus materiales para crear un foso de trincheras alrededor del Palacio de los Urriés, donde se habían hecho fuertes.

Cierto es, también, que después de la guerra, que tan maltrecho había dejado nuestro patrimonio histórico-artístico -no sólo en ruinas, sino escandalosamente saqueado- los vecinos, viendo el estado y posiblemente recordando la importancia que éste templo tuvo en el pasado, se plantearon el dilema solomónico de rehacer un nuevo templo. Pero la idea fue finalmente desechada en 1836, con la llegada de la Desamortización de Mendizábal, trasladándose la iglesia parroquial al convento de los dominicos en 1855.





martes, 1 de junio de 2010

Las estelas templarias de Peroniel del Campo

Situada en tierras donde, al parecer, y dependiendo de la Encomienda de Novillas, la Orden del Temple tuvo una presencia bastante destacada, numerosos son los enigmas históricos que subyacen aún en las casas y los campos que conforman el entorno de esta pequeña comunidad soriana, distante de la capital apenas una quincena escasa de kilómetros.


Cabe destacar, en principio, que no son pocos los autores que hipotetizan si en realidad el convento templario de San Juan de Otero estuvo situado realmente aquí, o por el contrario, en Ucero y el entorno del Cañón del Río Lobos, como tradicionalmente se supone. Para ello, y en parte, se basan en unas misteriosas ruinas situadas a las afueras del pueblo, en un cerro conocido como de San Juan, y en las estelas funerarias que, a la postre, constituyen una evidencia física de su presencia en el lugar.

En este último caso, se puede hablar, al menos, de tres de estas estelas perfectamente localizadas, aunque cabe la posibilidad de que un vistazo más agudizado a las casas del pueblo y a los campos del alrededor, pueda deparar alguna sorpresa más.

Por lo pronto, dichas estelas, se encuentran en las inmediaciones de la iglesia de San Martín, a excepción de una de ellas, cuya localización hemos de situarla en el interior de dicho templo.
Parte del atractivo, y es muy posible que relacionada con el Temple y el famoso sitio de Almería, está la leyenda del Cautivo de Peroniel y la Virgen del Llana, cuya festividad, así como el consiguiente acto de hermanamiento entre este pueblo y Almenar, se celebró el pasado domingo, día 23 de mayo.