Recuerdos del Temple en Toledo

Independientemente de que en la actualidad se esté llevando a cabo una exposición sobre el Temple, en la denominada Posada de la Hermandad -un edificio que, a juzgar por sus características, posiblemente pertenezca a los siglos XVI-XVII- no cabe duda de que, aparte de ser conocida en el mundo entero por la tradicional calidad de sus aceros, la artesanía toledana rinde cumplido tributo a estos pobres soldados de Cristo, héroes o villanos, según se mire, pero protagonistas de mil y una leyendas.

Múltiples son los negocios tradicionales, posiblemente mantenidos durante generaciones de familias artesanas, que se extendien por las calles que rodean ese histórico casco antiguo, foco de las Tres Culturas, que tantas historias y tantas leyendas ha legado a la posteridad y que, de hecho, contribuyen sobremanera a acrecentar su encanto.

Y resulta extraño, cuando no inconcebible, observar un escaparate en el que, dentro de la extensa variedad de guerreros medievales, no destaquen los templarios, con sus túnicas blancas y esa cruz carmesí en el pecho -probablemente otorgada en 1147 en París, por el Papa Eugenio III (1)- que simboliza la sangre del mártir, sobre el blanco de la casta.

No en vano, el Temple custodió parte de las murallas de la ciudad, participando, como auténtica fuerza de choque, en unión de otras órdenes religioso-militares, en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa -julio de 1212- conocida, también, como la batalla de los Tres Reyes, que habría de significar el principio del fin del poder almohade en la Península.

(1): Piers Paul Read: 'Los templarios, monjes y guerreros', Ediciones B, S.A., 1ª edición, marzo 2010

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