jueves, 7 de mayo de 2009

Jornada de Blogueros en Segovia: 'Románicos y Templarios' en la Vera Cruz

El pasado día 2 de mayo, y coincidiendo con el puente -que este año, por desgracia, no ha caído todo lo bien que el trabajador siempre desea- tuve ocasión de pasar una jornada inolvidable en Segovia. Una de esas jornadas especiales, que estrechan vínculos y fomentan amistades de por vida, en la que nos dimos cita un variado -cuando no variopinto- grupo de blogueros, cuyas inquietudes, basadas en su interés por el Arte Románico, el Gótico, la Genealogía, los Templarios, o simplemente el Arte y la Historia en general, consiguieron el curioso efecto de hacer que los sitios que visitamos tuvieran más importancia, aún si cabe, que de costumbre.
A petición mía, uno de los sitios a visitar, fue la siempre enigmática iglesia de la Vera Cruz, enclavada en las afueras de Segovia, en dirección al barrio de Zamarramala, y desde donde se tiene una excelente panorámica de lugares emblemáticos, como pueda ser el no menos famoso Alcázar de Segovia. Reconozco que mi interés se vio acrecentado cuando supe que, entre los integrantes del grupo, asistiría también una de las máximas autoridades en cuanto al Temple se refiere: Rafael Alarcón Herrera. La ocasión, pues, la pintaban calva para conocer y pasar unos interesantes y agradables momentos con una persona cuyos libros y artículos relacionados con la historia, la simbología y los misterios en general de ésta interesante orden medieval de monjes-guerreros, siempre me han fascinado. Esto, obviamente, sin menospreciar, en absoluto, al resto del grupo, con los que, además de aprender un poco de cada uno -por ejemplo, mis conversaciones sobre genealogía con Manuel Berges fueron de lo más interesante y me proporcionaron pistas para realizar indagaciones en el futuro; o incluso llegar a compartir fascinación por lugares y regiones, e incluso proponer hacer alguna escapada en el futuro, como con Cabestany y el bueno de Fernando, nuestro jovial Esca- llegando a saborear el máximo la visita a este lugar que, aún después de 8 ó 9 siglos de su construcción, continúa suscitando polémica acerca de la autoría de sus constructores: ¿templarios o hospitalarios?. Personalmente, tiendo a pensar en los primeros.

No dejó de ser toda una experiencia, compartir datos junto al cubículo central de esta enigmática iglesia de planta en forma de dodecaedro y tres ábsides, mientras Rafael nos ilustraba, de manera amena y divertida, sobre algunas de las teorías generadas a lo largo del tiempo por numerosos autores y particulares. De ahí, a que alguien sugiriera realizar una 'rueda humana' en el interior del cubículo, no hubo más que un paso.

Una vez realizada la 'rueda humana' -realmente no creo que nadie notara ningún efecto especial, aunque claro, la seriedad es cierto que brilló también por su ausencia- nuestra siguiente visita fue la subida al piso superior del cubículo, o sala de armas. En la fotografía, y aunque de espaldas, Baruk, situada enfrente del altar cuyos motivos recuerdan a los arcos del monasterio soriano de San Juan de Duero, observa al frente, a la capilla del Santo Cristo, sumida en lejanos pensamientos que, espero, compartirá en breve con nosotros desde las páginas de ese maravilloso blog que es salud y románico.

Situados frente a esta curiosa representación de la Santa Cena, sí quise dejar en evidencia un detalle sobre el que me alertó una estupenda amiga -Montse Marco- durante la que se podría considerar como mi primera visita al interior de la iglesia: la espada con forma de cimitarra que se ve claramente en la mesa, junto a uno de los apóstoles. Reconozco que aquí, también pude comprobar las dotes de observación de Rafael, pues fue precisamente él quien mencionó que, a juzgar por la bolsa de dinero que el personaje muestra en su mano, se trataba del apóstol traidor; es decir, de Judas.

Aunque no llegué a entrar durante la jornada en ésta pequeña capilla lateral, situada muy cerca de la entrada, justamente en el lado donde todavía se conservan parte de las excelentes pinturas románicas que un día dotaron de hermosura y esplendor a tan carismática iglesia, y a petición de Manuel Gila -siento no haberlas incluído en el vídeo, Manuel- es interesante saber que en ella estuvo custodiado, durante muchos años, un Lignum Crucis: uno de los tradicionales pedazos de la Vera Cruz o cruz donde Cristo fue crucificado. Los cuadros que se pueden observar en la pared, corresponden, cronológicamente, a los sucesivos Grandes Maestres de la Orden del Hospital o de Malta, como pasó a denominarse también.
Una pequeña aventura, pues, que no podía dejar de mencionar en este blog, y que espero que interese a todos los amantes del Temple y sus enigmas. Y por supuesto, en este caso en particular, fue todo un privilegio compartirla con Rafael.