martes, 12 de abril de 2011

Toledo: la enigmática Virgen del Tiro

Toledo, ciudad universal y emblema cultural de primera magnitud. Axis Mundi desde tiempo inmemorial. Lugar donde la Magia y la Tradición persisten a través de los siglos, en base a los elementos multiculturales que han llegado hasta nosotros, muchos de ellos envueltos en un halo extraordinario de leyenda. Elementos, otros muchos, que continuamente, y durante la época de lluvias, el Tajo deposita, con criterio justiciero, cabría pensar, en las orillas. Pieza clave antes y durante la Reconquista, quebradero de cabeza para los emires cordobeses, resultaría, de hecho, decepcionante, no observar la implicación de la Orden del Temple en alguno de sus enigmas. Quizás uno de los más controvertidos, pero, sin duda, también de los más interesantes, sea la aureola mistérica que se cierne sobre la propiedad, el origen y la autenticidad de ésta sorprendente Virgen Negra, conocida como la Virgen del Tiro. El cajetín que la contiene se localiza, extramuros, en la fachada sur de la catedral y queda enfrente, curiosamente, de una estrecha cajelluela que desciende, de forma gradual y empinada, hasta la misma orilla del Tajo, a escasos metros de un pequeño embarcadero que -detalle no menos curioso- suelen rondar, mendicante y juguetonamente, las familias de ocas que anidan a lo largo de la ribera. El nombre de la calle, para añadir, quizás, un poquito más de pimienta al fantástico universo del símbolo, es del Barco.


Mucho se ha especulado sobre la identidad y el origen de ésta Dama Negra, difícil de observar y más complicado aún de fotografiar, detrás del cristal que la protege, aunque se tienen ciertas sospechas de que quizás fuera la originaria Virgen Negra -¿la Virgen de los Dolores?- que los templarios veneraban en la iglesia de San Miguel el Alto.

Referente a esta Virgen de los Dolores, que se localizaba en la iglesia de San Miguel el Alto, se cuenta que fue salvada por un vecino durante los terribles avatares de la Guerra de la Independencia, ante la avidez de la soldadesca napoleónica, que arramplaba, como una plaga de langosta, con todos los objetos de valor que se encontraba a su paso. También parece ser que, en recompensa a su acción, se le otorgó a la familia del individuo en cuestión -de nombre Munera- el honor de custoridar la imagen. Honor que, también parece ser, se llevó a cabo durante generaciones.

Oralmente -por ello, prevengo de lo hipotético de esta afirmación- se me transmitió la noticia de que la Virgen del Tiro que se venera extramuros de la catedral, no sería la original, sino una copia realizada hace muchos años por un artista toledano, mientras que la verdadera imagen se guardaría, lejos de fieles y curiosos, en la catedral.

Sea como sea, y mientras continúo indagando, creo que tanto la imagen, como el misterio que representa, bien merecen siquiera una mención en el presente blog y un lugar a visitar en cualquier ocasión en que nuestro rumbo nos haga detenernos unas horas en la ancestral capital visigoda.