Enigmática Caracena

Caracena, lugar que antaño tuvo la categoría de Villa y Tierra, agrupando al menos a una treintena de pequeños pueblos de alrededor, y que hoy, por esas imprevisibles vicisitudes del destino, apenas constituye un pinturesco enclave, en el que viven, obstinadamente apegados a sus raíces, una decena escasa de vecinos. Población cercana a Tiermes que, de hecho, se ve ligeramente aumentada en épocas de estío, con la afluencia intermitente de foráneos, atraídos, sin duda, por el aspecto medieval de sus casas, el entorno -agreste, pero hermoso sobre el que se asienta- el románico y los numerosos enigmas que ni siquiera el tiempo, que en ocasiones quita tanto como otorga en otras, ha sido capaz de desvelar, al menos, satisfactoriamente.
Siquiera de una manera somera y subjetiva, como ocurre con numerosos lugares de nuestra geografía, la sombra de una hipotética presencia del Temple planea sobre el lugar, de similar manera, comparativamente hablando, a como una variada gama de aves rapaces lo hacen, generalmente volando en círculos, por encima de los tejados de tan carismático pueblo. No parecen existir documentos fidedignos o incluso apócrifos (1) que confirmen o aludan, de una manera más o menos fehaciente, la estancia o permanencia de los milites Christi en algún periodo histórico. Periodo que, no obstante, de haberse producido, y ateniéndonos a los pormenores de la Historia, hubiera tenido que ser, aproximadamente, doscientos años después de la muerte de Almanzor, en los siglos XII-XIII.
De ese periodo histórico son las dos iglesias -Santa María y San Pedro- que han sobrevivido, con mayor o menor fortuna, según se mire, exceptuando la ermita de la Virgen del Valle, que se localiza en las afueras del pueblo y que, a juzgar por los carteles que se advierten en la madera de la puerta de entrada, ha sido víctima de expolio o latrocinio en alguna ocasión.
Sobria en su constitución, la iglesia de Santa María se localiza a la entrada del pueblo, sobre un promontorio desde el que se disfruta de una extraordinaria panorámica de los cañones por los que discurre el río Caracena, quedando situada enfrente de lo que antaño constituyó una pequeña torre o fortín de vigilancia, del siglo XII, cuyos restos, poco menos que irreconocibles, no pasan en la actualidad de ser un simple muñón sobre el terreno. Más augusta, sin embargo, y no en vano considerada como una de las joyas del románico soriano, la iglesia de San Pedro disfruta de una privilegiada situación al final del pueblo; o si se prefiere, al comienzo mismo de un caminillo rural que, en cuesta, y extendiéndose a lo largo de unos doscientos metros, conduce a otro de los vestigios medievales más valorados de la provincia: el castillo de Caracena.
La génesis de la iglesia de San Pedro, hunde también sus cimientos en el siglo XII, advirtiéndose una más que probable influencia silense en su galería porticada, cuya temática, de calidad y variada, expone un simbolismo notablemente similar al de la cercana iglesia de Santa María de Tiermes. En sus capiteles, no obstante, hay, en mi opinión, un detalle que llama poderosamente la atención: se trata de dos arpías con cuerpo de ave y capucha en la cabeza, posadas sobre los lomos de sendas bestias. Y digo que llaman poderosamente la atención, por su extraordinario parecido con otras dos que se localizan en un interesante lugar donde también se presiente, aunque sin pruebas concluyentes, la presencia del Temple: una capilla anexa a la iglesia de San Bartolomé -significativa advocación, pues se trata de uno de los santos predilectos del Temple-, en Campisábalos, Guadalajara, denominada del Caballero Galindo o del Caballero San Galindo.
Precisamente es aquí, en la iglesia de San Pedro, donde se localizan los elementos que, en base a una supuesta asociación de contenidos, han constituido las claves sobre las que se sustenta, básicamente, el mito templario en el lugar: los fragmentos de una antigua losa sepulcral y el canecillo que se muestra al principio de la presente entrada, en el que se tiende a ver -opinión generalizada- una posible representación del misterioso Baphomet.

De la losa sepulcral, se conservan varios fragmentos que cuelgan, como si de las piezas incompletas de un puzzle se tratara, de la pared situada debajo del coro, al final de la nave. La suspicacia adopta aquí el camino de la probabilidad, porque en uno de los referidos fragmentos, se hace alusión al caballero de la secta mala, queriéndose identificar ésta última, por asociación, como una referencia al Temple, aunque bajo mi punto de vista, también podría hacer alusión a otras agrupaciones minoritarias que sufrieron un destino similar, como pueden ser, por poner un ejemplo, los cátaros. Por desgracia, nada se sabe de los restos que ocultaba la sepultura de la que formaba parte ésta losa, detalle que hubiera sido de cierta relevancia, pues los templarios solían ser enterrados boca abajo, cubiertos por un simple sudario, y en ocasiones, clavado éste a la madera del ataúd, si lo hubiere.

El segundo detalle, se localiza en el ábside, y se trata de una cabeza monstruosa, dotada de tres caras, que no parece guardar relación alguna con la temática cinegética de los canecillos que se encuentran a continuación. Generalmente, se suele considerar a ésta cabeza, como una representación del denominado Baphomet, el supuesto ídolo que al parecer adoraban los templarios en sus ceremonias secretas. A éste respecto, creo interesante añadir la confusión histórica existente hacia tan misteriosa figura, pues ni siquiera los templarios interrogados al respecto por los tribunales de la Inquisición, terminaban de ponerse de acuerdo. Interesantes son los comentarios del escritor y periodista Piers Paul Read (2), quien llegado a este punto, y basado en dichos testimonios, afirma: en ceremonias secretas, adoraban a un demonio llamado Baphomet, que se aparecía en la forma de un gato, o de un cráneo, o de una cabeza de tres rostros.

Este tipo de representaciones trinitarias, no han sido nunca bien vistas por la ecclesia ortodoxa, pues sugieren reminiscencias cultuales de índole pagana y en ocasiones, aunque son una rareza, se identifican también con la figura del dios romano Jano. Surge aquí, pues, otra pregunta no menos importante a tener en cuenta: ¿Baphomet o Jano?.

Otro dato que a tenerse en cuenta, en vista al supuesto de que los principales impulsores del culto a la Virgen fueron los cistercienses y los templarios, es la simbología mariana existente en el lugar. De época románica y gótica, constan al menos dos interesantes tallas: la Virgen del Casar o del Casado, y la Virgen del Monte. Ambas tallas se localizan, por motivos de seguridad, en el interior de la iglesia de San Pedro. Poco se sabe de ellas, a excepción de que la talla de la Virgen del Casar perdió su titularidad con la ruina de la iglesia de San Vicente, que se hallaba situada, al parecer, algunos metros más arriba de la iglesia de San Pedro, y de la que tan sólo sobrevive una pared que forma parte actualmente de un cobertizo para el ganado y el depósito de los aperos de labranza.

La talla de la Virgen del Monte, procede de la ermita del mismo nombre, situada a las afueras del pueblo. Durante un tiempo, estuvo guardada en la iglesia de Santa María -antiguamente denominada Santa María del barrio Gormaz-, pero por idénticos motivos de seguridad, se decidió su traslado también a la iglesia de San Pedro.

No obstante, existe una tercera talla, románica, del siglo XIII, sedente, de unos 30 ó 40 centímetros de altura que, localizada en Soria capital, conlleva una evocadora e interesante advocación: la Virgen de la Estrella. Talla realizada en madera de nogal, policromada, que se exhibe en el Monasterio de San Juan de Duero, junto al fragmento de una lápida procedente de la necrópolis de la aljama de Soria, situada en la ladera del Castillo.

Por último, mencionar también la existencia de una necrópolis de la Edad del Bronce, denominada Los Tolmos, lugar cultual anterior, como tantos otros, en los que solían asentarse los freires del Temple, parece que generalmente dispuesto a aprehender otros sincretismos religiosos.

(1) Como sería el caso, por ejemplo, de la famosa misiva del Papa Inocencio III, otorgándoles una reliquia del Lignum Crucis a los templarios de la Vera Cruz de Segovia, documento que muchos historiadores tienden a calificar de falsificación, y que otros, por el contrario, consideran genuinamente auténtico.

(2) Piers Paul Read: 'Los templarios, monjes y guerreros', Ediciones B, S.A., 1ª edición, marzo de 2010, páginas 367 y 394.


Comentarios

Angel Almazán ha dicho que…
Al respecto del templarismo o no posible en Caracena, escribí http://www.soriaymas.com/ver.asp?tipo=articulo&id=1040
Sobre Campisábalos he iniciado una serie de reportajes en Soriaymas y en http://templariosymas.blogspot.com/
Salud.
juancar347 ha dicho que…
Gracias, Ángel: fuentes y datos siempre a tener en cuenta, que no dudo que, aparte de mí, interesen a las personas que visiten este blog. Saludos
KALMA ha dicho que…
Hola! Uy, uy, uy, estoy recordando una conversación que tuvimos ayer, jeje, es que ¡Soy muy bruja! Jajaja.
Una entrada fantástica, Juancar como se nota que conoces y admiras el lugar, enigmas aparte.
Estoy pensando en Campisábalos, la de veces que he pasado cerca y nunca he parado, está ¿En tierras alcarreñas, no? Aunque está muy cerca de Segovia y Soria.
Unas fotos preciosas, el canecillo del principio enseña los dientes, es una maravilla.
¡Me gusta! Un beso.
juancar347 ha dicho que…
Hola, bruja. Sin duda, Caracena es un lugar especial; un lugar que todavía no ha terminado de contar sus innumerables secretos, pero al que merece la pena ir. En efecto, Campisábalos está en Guadalajara, muy cerca de la frontera con Soria y Segovia. No muy lejos de allí, se puede acceder a Tiermes y también a un pinturesco pueblecito de nombre Pedro, con el nacedero del río de igual nombre y su ermita hispano-visigoda del siglo VII bajo la advocación de la Virgen del Val. Enigmas de la denominada Sierra de Pela (Guadalajara)y aparte de Campisábalos, dos lugares más que no hay que perderse y con tradición 'templaria' al menos uno de ellos: Albendiego y Villacadima, éste último, despoblado. Ese capitel al te refieres, tiene mucha, pero que mucha miga y va en la línea de los que tú conoces (y yo gracias a ti) del pirineo leridano. Un abrazo
Syr ha dicho que…
Excelente, Juankar. De Santa María, el mejor recuerdo románico que tengo se encuentra en sus delicadas ventanas y extramuros. En el risco sur, con el grupo sentado engullendo chorizo de cantimpalo traído "ad hoc" por Esca y del que hay muestra gráfica en el margen derecho del blog Saludyrománico.

De San Pedro, la original hidra de siete cabezas de la cara interior del capitel último, junto al acceso oriental de su porticada y su triple columna del arco mayor de entrada a la galería.

En el canecillo que ilustra tu entrada, yo prefiero ver no a Baphomet ni a Jano, sino tres caras simbolizando el pasado, presente y el futuro, las tres edades del hombre y a éste mismo en su integridad de cuerpo, alma y espíritu. Es la idea de totalidad, de interrelación de mundos y estados de manifestación, de plenitud de orden cósmico.

Salud y románico
juancar347 ha dicho que…
¿Cómo no recordar ese día, Syr?. Fue una jornada espléndida, durante el puente del Pilar de 2009, y las viandas estaban para chuparse los dedos. Si no, que se lo digan a las rapaces que nos sobrevolaban en círculos por encima del cañón. En efecto, el capitel de la hydra de siete cabezas, de similar factura al de la cercana iglesia de Santa María de Tiermes, como algunos otros, que sugieren el paso de una misma escuela de cantería. Me parece muy interesante tu apreciación sobre las tres edades del hombre, por qué no; en realidad, es lo que tiene el románico, que se presta a multitud de interpretaciones una vez se dejan a un lado factores como 'el encargo', y se vislumbra el libre albedrío, digámoslo así, que define el estado espiritual de cantero en el momento de realizar su obra. Tuvimos ocasión de ver una representación similar en Santa María de Nieva, ¿recuerdas esa cuadro anónimo tan fascinante?. Y Alkaest, en su última entrada http://laberintoromanico.blogspot.com/2011/01/nostra-senyora-darties-rompecabezas.html nos muestra otra de las piezas (localizada por Kalma en sus correrías leridanas) probablemente relacionada con el Temple de la zona. Pero dejadme que insista: lo mejor de Caracena, es simplemente Caracena. Un abrazo
Baruk ha dicho que…
Hola coleguis,

Me parece que andáis un poquillo "como-fundidos", me da que eso no es la hidra de siete cabezas, sino el viejo dragón rojo del Apocalipsis 12,6.

Más que nada porque es igualito al que esta pintado en los frescos de Taull (muy lejos de Caracena por cierto, pero igualito)

Y sobre la cara de los tres rostros, pienso como Syr, el eterno presente custodiado por el tiempo pasado y el tiempo futuro. Tiempos temibles, pues si unos no existen, el que existe nos devora!

Y como el lobo del cuento de Caperucita, por qué os creéis que ese canecillo tiene la boca tan grande?!!)

Lo que yo os diga.

Un abrazo

**
juancar347 ha dicho que…
Hola, Baruk. Como siempre, afinas que da gusto. Mira tú que en mi caso desconocía esa referencia al dragón rojo del Apocalipsis y el parecido que mencionas con este capitel de Caracena. Tomo nota, porque me parece un dato no sólo interesante, sino también relevante. En cuanto al canecillo famoso, puede ser, ¿por qué no?; ahora bien, aún no consigo entender del todo por qué este tipo de representaciones sentaban tan mal en el seno de la Ecclesia. Un abrazo
Alkaest ha dicho que…
¡Juancar, Juancar...! A ver si comes rabitos de pasa, o tomas "Focusín", que la memoria te va cojeando.
En mi entrada del blog "Laberinto Románico", del 13 de marzo de 2010, titulada "666... nombre secreto de Amón-Ra", hablaba largo y tendido de la "Bestia" y las "Bestias" apocalípticas.
En esa entrada, incluía una foto del capitel de Caracena y la pintura de Boí...

Anda, date una vuelta por el blog y refresca la memoria. Si es que, te enredas con los templarios y pierdes el oremus.

Por cierto, siento darte un "disgusto", pero la adscripción templaria de Caracena es bastanta más que dudosa. Otrosi, el canecillo con la cabeza de triple rostro, no es un presunto "bafomet". Es un símbolo más antiguo.

Salud y fraternidad.
juancar347 ha dicho que…
Hola, estimado Magister. En efecto, había olvidado tan ilustrativo e interesante artículo: ¡mea culpa!, aunque, gracias que me lo has recordado, tendré mucho gusto en refrescar la memoria y acepto gustoso el consejo, aunque,si no te importa,prefiero los rabitos de pasa para la memoria; el focusin me suena más a coche americano. Ahora bien, no estoy de acuerdo con la última parte de tu amonestación, pues honestamente considero que he tratado el tema de manera muy prudente, limitándome, tan sólo, a exponer la opinión generalizada, así como los elementos que sustentan dicha opinión. Un abrazo, y espero no haberte decepcionado demasiado.
Alkaest ha dicho que…
A fuer de ser sinceros, debo reconocer tu acrisolada prudencia, así que no te sientas negativamente aludido, y mucho menos amonestado, que no soy yo quien para ello.
Pero el caso es que, personalmente, disiento de la mayoría en este aspecto concreto.
Caracena, y su templo de San Pedro, han sido incorporados al "elenco" templario muy recientemente, por investigadores más entusiastas que rigurosos -tómese sin acritud-, basándose en detalles un poco traidos por los pelos. La especie ha cundido, entre los super-mega-entusiastas, que andan prendidos en la red de redes de "santa Internes" -que por algo se llama "la red"-, y ahora todos dan el hecho como "verdad comprobada y cierta", cuando en realidad es tan solo una hipótesis con valor de simple presunción.
No todos los lugares, donde aparecen cruces "paté", fueron del Temple... Aunque bien que nos gustaría, a entrambos, que así fuese.

Es indudable que ese templo de Caracena tiene muchos aspectos interesantes, incluso enigmáticos, sin necesidad de meter por medio a los templarios.
¡Que no es por no meterlos, pero meterlos pa ná...!

[Sobre el "Bafomet", como "cabeza Templaria" -de dos o tres rostros-, hay interesantes aportaciones en "La otra España del Temple", de Rafael Alarcón H., cap. 6 "Bafomet está solo y sonríe" pp.153 a 194, estudio que me parece una síntesis muy completa de este espinoso asunto].

Y con todo ese revuelo, se olvidan del templo de Santa María, menos vistoso, claro, el pobre no ha tenido la suerte de sobrevivir tan resultón como el otro, pero no menos enigmático.

Item mas. Apreciado J347. ¿Si no te llevo la contraria de vez en cuando, a quien vas a "venerar"?

Posdata:
¿Hidra de siete cabezas? ¡Ay Syr, que ya has vuelto a tomar "Anís del Simio" con el estómago vacío! ¡Mira que ese brebaje es peligroso, y puede producir "simbolismum tremens"!.
Aunque en un punto, debo rendirme a tus palabras, por certeras y bien traídas: las viandas aportadas por el compadre Esca y su "socia", como improvisado aperitivo, estaban para atraer todos los buitres de la comarca... en el buen sentido, claro, y sin señalar a nadie.

Salud y fraternidad.
juancar347 ha dicho que…
Hola, Magister. No me daba negativamente por aludido, aunque sí responsable de lo que escribo. Soy consciente de que se pisa terreno resbaladizo, y aunque a veces se deje llevar uno por su fervor 'templario' (digámoslo así) procuro, dentro de lo posible, ser consecuente. Creo también, honestamente, que el mostrar los vídeos e imágenes de lo que hablas, ayuda también a que las personas que se paseen por este blog, tengan la posibilidad de sacar conclusiones, tanto a favor como en contra, y disponen así mismo, de la oportunidad de expresarlas. Coincido contigo en la apreciación de que, tanto o más misteriosa es la iglesia de Santa María y apenas se menciona. Yo, de hecho, la menciono exclusivamente de pasada; como tampoco se menciona apenas la existencia de esa pequeña Virgen de la Estrella, que a mi me parece que puede esconder algún tipo de leyenda especial detrás. Por fortuna, y como bien sabes, cuento con la obra que citas. No obstante...¡pero hombre, Magister!, ¿es que no ves venir el peligro?. Sólo tú serás responsable si se despierta el furor de la Mortífera Trinidad del Aznaitín y la hydra de siete cabezas se vuelve contra tí. Se sepa. Un abrazo y no dejes de llevarme la contraria, pues tirarte de la lengua conlleva adquirir conocimientos, que últimamente te vendes muy caro.
Syr ha dicho que…
Lo de la hydra de siete cabezas lo hice de propósito y bien que lo sabe algun integrante del grupo. Sabía, conocía, porque me lo habían soplado antes lo de la representación del dragón apocalíptico y su rara coincidencia con el catalán. Es más, me permito recordarte que hubo alguien, que no había reparado en dichoso capitel y cuando nos vió entusiasmados contemplándolo y comentándolo, acudió presto, cámera y trípode en ristre, preguntándo "¿qué me ocultaís, malandrines"?.

Dejé el tema erradamente abierto para que su protagonista interviniera y lo cerrara, como hizo.

Salud y románico
juancar347 ha dicho que…
¡Ay, Santo Domingo, Santo Domingo! ¡Luego me acusaréis de hacerme 'millonario' en comentarios...malandrines, y todo para dejarme en evidencia por haber olvidado el tema del dragón rojo. Pues que sepáis por ahí empezó Anibal Lécter a ser caníbal...
Alkaest ha dicho que…
Siempre le he temido, más que a la bestia de siete cabezas, al dragón, y a la hidra, juntos, a las polémicas sobre "quien descubrió el qué, antes de quien"... o "quien enseñó lo que, a cual"...
Por ello, no voy a entrar a ese trapo, pues su sola mención me parece un comentario que sobra, y al que no voy a calificar, publicamente, por causa de mi amistad con el comentador.
Dicho sea, todo ello, con el más profundo cariño.

Salud y fraternidad.

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