Manjarín, una encomienda templaria en el Camino de Santiago

'No deberías contar historias de fantasmas -me dijo el peregrino loco después de leer por encima de mi hombro la historia de una peregrina del siglo XIX que afirman se aparece a otros peregrinos en las inmediaciones de Mansilla de las Mulas...' (1).

Si tomamos como referencia, la ruta que desde Astorga se dirige a Ponferrada, y más allá aún de éste importante enclave templario, a Villafranca del Bierzo y Corullón, adentrándose en la provincia de Lugo por Piedrafita do Cebreiro y el alto que lleva su nombre, tendremos la oportunidad de recorrer algunos de los lugares más emblemáticos de ese camino de iniciación, repleto de simbología y anécdotas, que es el Camino de Santiago. Según uno va dejando atrás la Maragatería para adentrarse en El Bierzo, no tardará en aprehender la particular idiosincrasia de los lugares que va atravesando. En Castrillo de los Polvazares, es posible que vea al pícaro entrado en años mendigando unos monedas al son de los acordes de su guitarra, que acompañan coplillas inventadas sobre la marcha tomando como referencia a los turistas y peregrinos que entran en la ciudad, seguramente con la intención, no sólo de visitar un típico pueblo maragato sino, también, de degustar y reponer fuerzas con su famoso y extraordinario cocido. De allí, apenas le separan algunos kilómetros de un curioso pueblecillo cuyo nombre, El Ganso, le hará sentirse partícipe de un juego estrechamente ligado al Camino de Santiago: el de la Oca. Sólo seis kilómetros más adelante, pisará un pueblo, Rabanal del Camino, de antiguas y profundas raíces templarias, en el que sobrevive la iglesia de los freires y también la que fuera su antigua casa, reconvertida hoy día en albergue de peregrinos. El peregrino precavido y amante de la tradición, llevará su piedra preparada, porque en el siguiente pueblo y según mandan los cánones, deberá depositarla en el enorme monxoi que sirve de base a la Cruz de Fierro o Ferro: Foncebadón. Es este, un pueblo de tradición brujeril, apenas habitado en la actualidad, pero en el que podrá tener un primer contacto con el mundo celta de las pallozas, degustar buenas comidas caseras, basadas en recetas medievales, en la Taberna de Gaia -en el escudo, observará una cruz roja y una oca- y descansar, si el cansancio o la noche se le echan encima, en el novísimo hostal -ambos situados a pie de carretera- en cuyo frente observará, así mismo, otro de los símbolos que con más frecuencia se encontrará en su camino: la pata de oca. A las afueras del pueblo, y ascendiendo la cuesta de la carretera, alcanzará, no sin esfuerzo, la llanura donde se asienta la Cruz, y una vez depositada su piedra, tal vez dedique unos minutos a orar en la puerta de la ermita de Santiago Apóstol -de construcción moderna y propiedad del Centro Gallego de Ponferrada- o quizás, por el contrario, dejé grabado en las piedras de sus laterales, según parece ser costumbre, un graffiti con su nombre y la fecha de cuando pasó por allí. El siguiente pueblo, situado, aproximadamente, unos ocho o diez kilómetros más adelante, seguramente le haga estremecer, pensando que se encuentra solo en medio de la nada. Se trata del pueblo abandonado de Manjarín.





Según las características del tiempo en que se desplace, verá quizás una trémula mortaja blanca, cubriendo los muñones de unas casas derruídas por el tiempo y el abandono, y al leer el nombre -Eva- que figura en el centro de la cruz de piedra, de características monxoi por la pequeña pirámide formada por su base, que se localiza a la izquierda, al principio del pueblo, sienta curiosidad por saber quién fue la susodicha Eva o, por el contrario, se estremezca involuntariamente, dejando que su mente comience a barajar una historia de fantasmas, similar a la mentada por Grian, referente a aquélla peregrina del siglo XIX fallecida en el Camino, que se aparece a los peregrinos, es de suponer, que para otorgarles su ayuda sobrenatural. Algunos metros más adelante, siguiendo la carretera, y casi llegando al término del malherido pueblo, observará un curioso chamizo a su derecha, de aspecto desenfadado y chabolario en parte, en el cuál, además de los carteles con el nombre del pueblo, verá otro que dice, textualmente, Encomienda Templaria, y debajo, la conocida máxima de los freires milites, non nobis, Domine. Y de hecho, a juzgar por las numerosas cruces, tanto taus, como patés, como patriarcales o como de doce beatitudes, tendrá, por un momento, la impresión de que los viejos hospitaleros templarios han resurgido de las cenizas históricas, para continuar, entre otras, una de sus funciones más sagradas y, exotéricamente hablando, por las que se creó la Orden, allá por el oficioso año de 1118: la atención y auxilio al peregrino. Otro cartel, éste situado en el frente pétreo de la vieja casona, le dará la bienvenida y le informará, también, de que en ese lugar, se sellan las credenciales. El sello, de forma intencionadamente octogonal, reproduce una cruz tau por encima de la cruz de Ferro de Foncebadón, a cuyos lados se pueden apreciar las palabras NON NOBIS, en mayúscula. Alrededor del sello, se puede leer, así mismo, lo siguiente: Encomienda Templaria de Manjarín-León. Una Luz en el Camino.

Tampoco ha de resultar extraño si, alertado por los ladridos de los perros o avisado por el toque de la pequeña campana que cuelga junto a la puerta, y en la que se puede apreciar grabado un Cristo en un comparativo y cátaro estado de éxtasis, sin cruz, y por tanto ajeno a su sufrimiento -una representación similar, recordará el peregrino que se localiza en uno de los desgastados capiteles de la galería exterior de la ermita de planta octogonal -otra vez el octógono- de Santa María de Eunate- un curioso personaje, cual aparición medieval, le recibe ataviado con el hábito del Temple. Se trata de Frey Tomás. Yo no tuve el gusto de conocerle personalmente, porque el día que estuve, casualmente, había salido y en la encomienda tan sólo estaban un ayudante y una joven, a la que apenas vimos durante unos segundos, pero, no obstante y gracias a Rafael Alarcón (2), puedo añadir algunos datos complementarios. Por ejemplo, que Frey Tomás había sido un contumaz sindicalista, afiliado a la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores) cuya línea de pensamiento estaba basada en la línea comunista maoísta. Afirma, según los datos proporcionados por aquél, que fue en una librería de la Liga Comnista Revolucionaria donde encontró un libro -cuesta creerlo, pero no deja de ser algo más que un axioma que los caminos del Señor son imprevisibles- sobre los templarios, que despertó en él algo más que interés. En 1986, se echó al Camino desde León, siendo, nada menos que en el castillo de Ponferrada donde, siempre según él, escuchó la llamada interior; quizás una llamada similar a la que muchos otros, siglos antes que él, escucharon también, y que les indujo a hacer de estos infinitos montes bercianos, un auténtico Logos del eremitismo. No olvidemos que en estos -sí, pluralizo- Valles del Silencio el fenómeno eremítico fue tan fructífero, como fructíferos son sus recuerdos, y cómo no, sus numerosos secretos. El caso es que, resumiendo, Tomás Martínez, nuestro Frey Tomás, abandonó su hogar dos años después y no obstante numerosas pruebas y vicisitudes -lanzo aquí el guante a mi querido amigo y Magister, don Rafael Alarcón para que nos deleite con la historia de éste templario moderno- en 1993 se instaló aquí, en Manjarín, ofreciendo hospedaje y ayuda a todo aquél que lo necesite. Pero como él mismo afirma, y así lo ratifica un cartel que se localiza en el interior de la casa, este refugio no tiene subvenciones, necesita tu ayuda. De modo que, curiosos y peregrinos, no lo olvidéis: no sólo el respeto a una encomiable labor -independientemente de otros esoterismos- sino también una pequeña ayuda material son igualmente necesarias, para que algo humano y muy loable, continúe una labor gratificante que, estoy seguro, más de uno agradecerá, en esas durezas y soledades del Camino.

Una anécdota final: aún recuerdo la cara de asombro del Magister Alarcón cuando, entre docenas de recortes de periódicos, localizó una lámina en la que, esmeradamente pintadas, se recogen los numerosos tipos de cruz utilizados por el Temple, reunidos pacientemente por él en su magnífico libro A la sombra de los templarios (3).

Tenía que decirlo, Magister, pues ya sabes que tengo por costumbre dar siempre al César lo que es del César. Por otra parte, como sabes o imaginas, el honor de la aventura, fue siempre mío. Sí quisiera terminar, no obstante, para que nadie juzgue a la ligera, con unas inolvidables palabras de Rafael: El refugio de Manjarín se ha constituído como monasterio y sus pobladores siguen las pautas de la vida monástica. Además del labora, no olvidan el ora, que practican con tres rezos diarios..





(1) Grian: 'El Peregrino Loco', Ediciones Obelisco, S.L., 1ª edición, febrero de 2006, página 59.

(2) En realidad, si no hubiera sido por él, que planificó meticulosamente la ruta, como siempre, no hubiera sabido nada de Frei Tomás y su Encomienda Templaria. Ni tampoco de los numerosos datos biográficos que me proporcionó y de los que, pretendiendo no abusar de su amistad y confianza, tan sólo he transcrito algunos necesarios para la continuidad de la presente crónica.

(3) Rafael Alarcón Herrera: 'A la sombra de los templarios', Ediciones Mártínez Roca, S.A., 3ª edición, octubre de 2004, página 271.

Publicado en STEEMIT, el día 1 de Enero de 2018: https://steemit.com/spanish/@juancar347/manjarin-encomienda-templaria-en-el-camino-de-santiago

Comentarios

KALMA ha dicho que…
Hola! Un fantástico recorrido por el camino de Santiago, sabes, no conozco Manjarín, sin embargo, si conozco la Cruz del Ferro, la que indica el inicio del Bierzo y el final de la Maragatería.
¡Qué cocido más rico el del Castrillo de Polvazares! La maragatería y los arrieros, las calles anchas y empedradas y las puertas grandes y de colores para la entrada de los carruajes en la zona más fría de León, se la conoce como la Siberia, que buenos recuerdos!!! Y podría saludar al pueblo de Tabuyo del Monte donde hay una casa rural "La Galana", voy a hacer algo que nunca hago, dejar un par de enlaces:
http://kalmadejatellevar.blogspot.com/2008/12/por-tierras-maragatas.html
http://kalmadejatellevar.blogspot.com/2008/12/dedico-esta-entrada-una-ojazos-de-puta.html
Y seguro que las fotos te recuerdan a algo, besotes.
juancar347 ha dicho que…
Hola, bruja. Yo no hubiera comentado mejor ese recorrido por el Camino de Santiago, en tierras maragatas y bercianas. Después de pasar Foncebadón y la Cruz de Ferro, Manjarín es el siguiente pueblo. No conozco Tabuyo del Monte, pero me llamó la atención que mencionaras el nombre de una casa rural que, casualmente se llamaba La Galana, como aquélla en la me alojé cuando estuve en Palencia. Ahora, revisando las entradas que propones (y que recomiendo, como aviso a navegantes que se desplacen por la zona) veo que no se llama así, sino La Galocha. Por supuesto que las fotos me recuerdan algo: me recuerdan a ese típico pueblo maragato en el que disfruté de un estupendo cocido. Tradiciones y costumbres del Camino, bruja. Un abrazo
Blog de Tabuyo del Monte ha dicho que…
Pues si quereis conocer más acerca del pueblo de Tabuyo del Monte os recomiendo que os paséis por aquí. Http://tabuyodelmonte.wordpress.com
Alkaest ha dicho que…
Me consta, que si sus numerosas líneas de investigación se lo permiten, el Magister Alarcón "se meterá algún día en ese charco" y biografiará a este particular "templario".
Por otra parte, no solo había allí una lámina con cruces, procedente de uno de sus libros. Recuerda aquellos otros dibujos, en color, con "santos templarios", sacados de un artículo suyo para la revista Año Cero (nº 107 pp.86 a 90), y algunos de los cuales reaparecen en su obra "La Estirpe de Lucifer"... [pp.104, 125, 192, 242, 248, 325, y 359].
Con lo tímido que es, cuando le enseñé las fotos que tomamos se quedó totalmente sorprendido.

Salud y fraternidad.
juancar347 ha dicho que…
Pues creo que sería una estupenda idea. Por lo poco que sé, y gracias a ti, creo que esa biografía resultaría muy curiosa e interesante. Por lo demás, creo, aunque lo tengo que comprobar, que tengo todas las referencias de Rafael Alarcón que citas; ahora bien, si observo que me falta alguna, no te quepa duda que te lo haré saber para que se lo hagas llegar al autor. Un abrazo

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