Un alto camino de Ucero y Río Lobos: Barcebal
A una distancia aproximada de seis kilómetros de El Burgo de Osma, y en dirección a Ucero y el Cañón del Río Lobos, un cartel situado a pie de carretera señala, apuntando hacia una zona donde se alterna el monte bajo y los campos de cultivo, el curioso nombre de una pequeña población, Barcebal, y también una insignificante distancia, cinco kilómetros, que merece la pena salvar, siquiera por intentar acceder a uno de los mayores enigmas marianos de la provincia: la Virgen negra del Espino, hermana, dicho sea de paso, de la otra Virgen que, con idéntica advocación, se custodia en la catedral burgense. La tradición las considera hermanas, entre otras cosas, porque conviene en señalar que ambas fueron realizadas con la misma madera.
En realidad, el nombre completo del pueblo -según me comentó don Florentino Arribas, su alcalde, y por añadidura una persona encomiable, a la que siempre estaré agradecido por su disposición, su paciencia y su infinita amabilidad- sería el de Barcebal del Monte. En la época en que mis inquietudes me llevaron a emprender la aventura de visitarlo -finales de marzo de 2008- y a juzgar por su aspecto, tuve la impresión de que en Barcebal se estaba produciendo una mitosis cancerígena similar a la que vienen padeciendo numerosos pueblos de la provincia: la despoblación. Juzgué que por aquél entonces, apenas residirían una veintena escasa de personas. Reconozco que no he vuelto desde aquélla ocasión -mea culpa, y pido perdón a los amigos de Barcebal- a pesar de haber sido generosamente invitado a asistir a las fiestas patronales de la Virgen del Espino. Me congratula saber, sin embargo, a través de la Asociación de Amigos de Barcebal, que se están llevando a cabo algunas reformas en las casas y calles del pueblo, lo que reafirma mi esperanza de que tan carismático lugar no termine convirtiéndose en otro Arganza -despoblado cercano a San Leonardo de Yagüe- y sus habitantes gocen de una pequeña, pero longeva y feliz comunidad.
Situado a una altura aproximada de 960 metros sobre el nivel del mar, llama la atención que el primer edificio con el que se encuentra el posible visitante que llega al pueblo, sea precisamente, la iglesia parroquial. Una iglesia que, bajo la advocación también de la Virgen del Espino, apenas conserva rastro alguno de lo que cabe suponer, fuera su estilo románico en origen, con excepción de la portada. Portada sencilla, desde luego, pero con elementos sorprendentes, que merecen la pena tenerse en consideración.
Dejando a un lado el ajedrezado que recubre el arco de la mencionada portada, destacan los motivos que, a modo de falsos capiteles, reproducen elementos marcadamente serpentiformes, muy similares, en apariencia, a aquéllos otros que se localizan también en la portada de la iglesia Cátedra de San Pedro, en la también localidad soriana de Osona, situada muy cerca de Andaluz, y a apenas una distancia de 14 kilómetros de Berlanga de Duero. Inhabitual, quizás, por la temática, una serie de elementos artisticos ofrecen un críptico pero a la vez inequívoco mensaje de pecado y condenación; elementos entre los que sobresalen, ciertamente, la figura de un demonio que, en un acto de antropofagia, parece estar devorando a un condenado -hemos de suponer- que al infierno. A su lado, un monstruoso ser con cuerpo de serpiente y cabeza -no descartaría, tampoco, que pudiera representar un dragón o una serpiente marina- semejante a la de un pato, con su pico o boca abierta. Enmedio de ambos, aunque situada ligeramente por encima, la probable cabeza de un sabueso parece ejercer una influencia determinante como juez y parte.
En el interior de la iglesia, de aspecto sobrio pero pulcro y ordenado, varios retablos muestran, así mismo, algunos detalles de interés, sobre los que merece la pena detenerse a comentar. Pertenecen a época moderna, es evidente, como puedan ser, así, a ojo de buen cubero, los siglos XVIII ó XIX; y no obstante, tras un atento vistazo, ofrecen algún detalle que, en principio, puede inducir a la sospecha de que ciertos símbolos -quién sabe, realmente, si de una manera casual o causal- han permanecido vigentes en los recovecos más inadvertidos del Arte, constituyendo una especie de persistente paradigma en la memoria colectiva de los hombres.
Un ejemplo inequívoco, lo encontramos en el Retablo Mayor, cuyo centro está ocupado por la figura negra objeto de veneración: la Virgen del Espino. En los laterales, y aparentemente de una manera natural, cuatro lienzos exhiben diferentes pasajes de la vida de Jesús: Adoración de los Pastores, Adoración de los Magos, Bautizo y Crucifixión. Es, precisamente en la primera de las escenas, la Adoración de los Pastores, donde se observa, perfecto y claramente visible, un símbolo de particular trascendencia esotérica, afín a ciertas hermandades compañeriles -obligado a ser llevado en el hombro en algunos lugares, por los miembros de una de las denominadas razas malditas, que destacaban por ser excelentes canteros y carpinteros: los agotes (1)-, presente en los edificios más representativos del Camino de la Vía Láctea o Camino de Santiago, entre otros muchos considerandos y características: la Pata de Oca.
Un símbolo de connotaciones paganas, visible, como por casualidad, en una escena aparentemente cristiana y a todas luces idílica, conformando parte esencial de los cimientos superiores del entramado del pajar que se encuentra detrás de las figuras de la Virgen, de San José y del Niño.
En uno de los laterales, y muy semejante al retablo que contiene la imagen del Santo Cristo de la Agonía de la cercana ermita de San Bartolomé, en el Cañón del Río Lobos, otro retablo portador del calvario exhibe, bien a las claras, varios elementos de masónica consideración, como son la escalera y las tenazas, así como dos formidables columnas que, alegóricamente, podrían hacer referencia a aquéllas otras, denominadas Jakim y Boaz, que formaban parte del Templo modelo por antonomasia: el de Salomón.
La figura principal del retablo situado en el otro lateral, está constituida por San Juan Bautista. En su mano derecha porta una larga vara, con forma de cruz, sosteniendo un pequeño cordero en la izquierda. La peana sobre la que se asienta la imagen, es de forma hexagonal.
Por otra parte, y etimológicamente hablando, resulta tentador el detalle de comentar el gran parecido del nombre con el Perceval de los ciclos del Grial. Pero que nadie se lleve las manos a la cabeza, pues se trata tan sólo de una pequeña licencia literaria. Más ecuánime, interesante y acertado, puede ser el significado que nos ofrece José Luis Herrero, accesible en internet (2), como lugar de acebos o acebal, que lo emparenta, bajo mi punto de vista, con esa notable presencia celtíbera en la zona, siendo el acebo era uno de los árboles considerados como sagrados por los celtas, y sus sacerdotes, los druidas.
[continúa]
(1) Juan García Atienza: 'Los santos imposibles', Ediciones Martínez Roca, S.A., 1989, página 249.
(2) José Luis Herrero: 'Los nombres de lugar: la toponimia de Soria', http://web.usal.es/-joluin/investigacion/toponimiasoria.pdf
Comentarios
Y el video está muy bien, con la música, te traslada a otros lugares...
Dan ganas de ir a visitar el pueblecito :)
por cierto, sabe algo sobre el símbolo que le envié?
GRACIAS!!!
te voy leyendo.
merci
Antaño, se cantaba una copla alusiva al parentesco de estas dos "gemelas divinas", que no se si algún anciano del pueblo todavía recuerda:
"La Virgen del Espino
va con la de Barcebal,
y como sois las dos hermanas
os venís a visitar..."
Porque, en efecto, era tradición que para sacar en rogativa a NªSª de Barcebal, trajeran del Burgo de Osma a "su hermana" NªSª del Espino.
El hermanamiento estaba propiciado, porque ambas imágenes se habían sacado del mismo tronco de árbol. Lo cual, no es sino un sincretismo de los cultos dendrolátricos, de la Antigua Religión, cuando se creía que cada planta tenía un espíritu vegetativo, femenino, que vivía en su interior: las Díades o Hamadríades.
Las Vírgenes Negras, como sincretismo de la Madre Tierra, o Madre Naturaleza, asumieron muchos de los caracteres de la Diosa y de sus genios protectores.
Es muy sugerente, la abundancia de imágenes marianas sorianas, con la advocación "del Espino". Recordemos la de Soria, capital, cantada en dolientes versos por Antonio Machado, desde la lejana Baeza:
"Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra..."
Salud y fraternidad.
Tengo ya dos libros escritos sobre romerías marianas sorianas y sobre las dos hermanas del Espino (El Burgo y Barcebal) hay bastantes datos especialmente en mi libro "El Burgo de Osma. Santos y Masones, fiestas y tradiciones".
Asimismo, como cosa curiosa, he aquí un pequeño escrito sobvre el topónimo Barcebal, esta iglesia y alguna que otra cosa...
http://www.soriaymas.com/ver.asp?tipo=articulo&id=318
Salud a todos
Son: NªSª de la Magdalena, que se afincó en Forcarei (Pontevedra), NªSª "la Morena", que se instaló en A Pena de Francia (Dozón, Pontevedra), y NªSª do Faro, que paró en Requeixo (Pontevedra). Todas se instalaron sobre un monte, para "poder verse" desde la distancia... En la cercanía de posesiones del Temple, y con leyendas o milagros relacionados con "mouros", fuentes milagrosas, rocas prehistóricas, etc.
Y por si tres te parecen pocas, te recuerdo que "zazpi aizpatxo dira euskaldun Birjiñak", o sea: "las Vírgenes vascas son siete hermanitas", que dicen por aquellas tierras.
Y no pierdas de vista, las sospechosas agrupaciones de Vírgenes hermanadas por los Montes de Toledo: Melque - Malamoneda - Castillo de San Vicente - la Mongía. Alguna de ella en edificios templarios, y negras como la noche...
Y no sigo, que la cosa podría eternizarse.
Salud y fraternidad.