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Mostrando entradas de marzo, 2012

Un pueblo templario de la ruta Jacobea: Rabanal del Camino

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'En los primeros años del siglo XIII, con el Temple plenamente plantado en el país gobernando desde su encomienda de Ponferrada sobre los castillos y lugares de Cornatel, Antares, Corullón, Sarracín, Rabanal, Villafranca, Balboa, Bembibre, etc, ocurrió el renacimiento de la herejía preiscilianista berciana y la venida del catarismo occitano...' (1) A unos 10 ó 15 kilómetros de Foncebadón, en las proximidades donde la Maragatería se arrulla inadvertidamente con El Bierzo, y custodiado en la lejanía por las cumbres más altas de los montes Aquianos y el sacro Teleno, Rabanal del Camino duerme aletargado su milenario sueño jacobeo. Un sueño lleno de recuerdos, desde luego, que el peregrino, o el investigador o incluso el curioso va descubriendo apenas comienza su singladura, paseando por sus silenciosas calles. Las conchas de peregrino, las referencias simbólicas de sus calles -incluída aquella que, denominándose del Calvario, es difícil no asociar, también, con el trágico fin de

La Dama Templaria de Ponferrada: la Virgen de la Encina

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'En todas las almas, como en todas las casas, además de fachada, hay un interior escondido'. [José Saramago] A firma Rafael Alarcón (1), que cuando el río de la tradición suena, es que agua histórica lleva. Tradición e historia se confabulan en leyenda, aquí en Ponferrada, para enmascarar un fenómeno generalizado en toda la Península en el que, lejos de ser el típico pastor o pastorcilla quienes se encuentren con la afortunada aparición mariana, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, el protagonista de esta curiosa historia, es un caballero templario, cuyo nombre, he de confesarlo, sin ánimo de emular a don Miguel de Cervantes, no es que quiera olvidarlo, sino que he sido incapaz de encontrar. D ebió de suceder, si los datos históricos son correctos, allá por el año 1228, fecha en la que se sabe, con cierta certeza, pues figura en documentos, que los templarios ya estaban instalados en ésta Pons Ferrata, a la que habían accedido por donación del rey Alfonso VI. Lo que

El castillo templario de Ponferrada

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'LA NOCHE TEMPLARIA' La Noche Templaria es la recreación de un acontecimiento medieval fantástico. Bajo la luz de la primera luna llena del verano, Frey Guido de Garda, Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios, vuelve a la ciudad del Puente de Hierro para sellar con ella un pacto de eterna amistad y entregale la custodia de los símbolos hallados en la tierra sagrada de Jerusalén: la sagrada Arca de la Alianza y el Santo Grial. La comitiva Templaria es recibida en la Glorieta del Temple por miles de ponferradinos ataviados con ropajes medievales que, en desfile y custodiando el Arca de la Alianza y el Santo Grial, se dirigen hacia el Castillo. Allí se realiza un Juicio a la Orden Templaria. Yo, Guido de Garda, Maestre de la fortaleza de Ponsferrata, comprometo a todo el pueblo de Ponferrada para que vuelva cada año a renovar este compromiso festivo con su historia y su leyenda hasta que el tiempo llegue a borrar la línea del horizonte. Música, fuegos artific

Símbolos y Milagros para los Custodios del Camino: Sª Mª la Real y el Cáliz del Milagro de O Cebreiro

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'Llegaba la jornada siguiente hasta Raphaellus, o Rabanal del Camino, por Orbega o Puente Orbigo, ciudad notable por el hospital y el puente, y por el paso de don Suero de Quiñones; en Astorga, otra etapa, se partían las veredas, pero la más corriente buscaba el valle de Ponferrada, de admirable castillo según el fraile alemán (Herman Künig de Vach) y por Cacabellus se llegaba a Villafranca Bucca Vallis, o del Bierzo, como decimos nosotros, ya cobijada junto a los montes que guardan la entrada a Galicia, montes famosos del Cebrero, donde se dice que un cura incrédulo vio cómo las Especies de la Consagración cobraban entre sus manos los accidentes de carne y hueso...' (1). L legar a lo alto de O Cebreiro, con sus mil trescientos metros de altitud, supone no sólo un hito para el peregrino que atraviesa la árida Meseta y siente próximo el final de su destino, sino también, la plena conciencia de haber accedido a un lugar en el que, a pesar de los siglos transcurridos, Espíritu y