Señales de humo en Arlanzón: la iglesia de San Miguel
Que las sospechas basadas en la filosofía popular no constituyan un punto de inflexión a la hora de determinar una autoría o pertenencia determinadas, no significa tampoco, a mi modo de ver, la excusa explícita y perfecta para desdeñar la posibilidad de su veracidad. Es bien sabido que, dejando aparte a Aragón y Cataluña, escasa o inexistente es, prácticamente en el resto de la Península -obvio Portugal- la documentación histórica que pueda avalar con garantías, lo que frecuentemente genera desdén, en los ambientes académicos, por lo popular. Y como a falta de pan, buenas son tortas, ¿por qué no intentar una defensa lo más honrosa posible, basada, eso sí en lo circunstancial, aprovechando los resquicios que proporciona la suposición para aventurar?. En el peor de los casos, nada impide que todo se quede como está; y si en el intento, se saca algo positivo, pues eso que ganamos todos.
No parece plausible, que siendo Castilla, y Burgos especialemnte, un horizonte infinito de tierras y pueblos, forjados en el yunque incandescente de la Reconquista, se niegue toda implicación y presencia a una orden religioso-militar, la del Temple, que brilló con especial intensidad en las labores de repoblación de los territorios que iban siendo conquistados.
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Comentarios
Aquí hay misterios antiguos, y misterios modernos.
¿Te fijaste por casualidad en los depojos del cementerio, en esas cruces metálicas colocadas en el muro del templo, procedentes de antiguas tumbas?
Nos hablan de persecución, de exilio forzoso para salvar la vida, de nostalgia por el hogar perdido... Algo que emparenta a sus propietarias, sin proponérselo, con los caballeros del Temple y su trágico destino.
Si consigo datos suficientes, pondré una entrada en "Laberinto Románico", porque la metáfora histórica es sugerente.
Dice la tradición popular, que el edificio actual es obra de los Templarios, quienes quizá atendieron aquí un Hospital de peregrinos... Pero, claro, la voz popular tiene poco crédito entre los "doctos doctores"..., aunque el erudito padre L. Huidobro y Serna la tomase en serio, allá por los años 40 del s.XX.
Salud y fraternidad.