¿Hubo templarios en Garray?
Como en todo lugar donde surge la sospecha de su presencia, he aquí la gran pregunta: ¿hubo templarios en Garray?. Y como un eterno, desesperante miserere, cuando del Temple se trata, he aquí, también, la dubitativa respuesta: pudiera ser que pudiera.
Desde luego, el mayor inconveniente lo supone eso, probático, mediático, palpable y certificable, que se denomina constancia histórica y se basa, fundamentalmente, en los testimonios escritos.
Frente a esta carencia documental -particularmente acusada, en lo que al Temple se refiere-, sólo cabe el recurso de la especulación. Digamos, entonces, que haciendo gala de este recurso, bien pudiera haber existido la posibilidad de que en un pasado remoto, la escurridiza y alargada sombra del Temple, se hubiera cernido sobre los muros de ésta interesante ermita de Garray, situada a la vera misma del yacimiento arqueológico de Numancia, que tanta fama ha dado a la provincia, y que sigue en el ojo del huracán, merced a ciertos proyectos urbanísticos que, de llevarse a cabo, supondrían un duro golpe para el entorno.
Desde luego, si fuera por especulación, podríamos continuar enumerando algunos detalles, alegando, como un posible indicio, que antes de denominarse de los Santos Mártires, la iglesia estaba bajo la advocación de uno de los personajes predilectos dentro de lo que podríamos denominar como el santoral templario: el arcángel San Miguel.
Un antecedente cercano, en la capital, podemos encontrarlo en la ermita de San Saturio, que antiguamente se denominaba de San Miguel de la Peña, así como en el busto-relicario que, de la cabeza del supuesto Patrón de Soria, se custodia en la capilla que lleva su nombre, en el interior de la concatedral de San Pedro. Es justo mencionar, siquiera de pasada, el carácter baphomético que algunos autores atribuyen a este busto-relicario.
Dentro de las numerosas inscripciones que se pueden observar en algunos sillares exteriores, se encuentra, también, aquélla considerada como la fecha de consagración del templo: el año 1231.
Por otra parte, es en la zona del ábside donde se localiza el mayor número de marcas de cantería, destacando, en particular, una con inequívoca forma de tridente; o, según cómo interprete cada uno, dos epsilon griegas unidas por una cruz, aunque, dado su excelente estado, es posible que se trate de una marca relativamente reciente. También destacan las tradicionales cruces, posiblemente realizadas por cristianos piadosos o por peregrinos, que reproducen posibles calvarios.
Marcas de cruces, profundamente grabadas en la piedra, se pueden encontrar, así mismo, en las columnas de los capiteles de la derecha del pórtico de entrada. En éste, el tímpano muestra variados motivos decorativos -rostros y vegetales en su mayoría- entre los que destaca una curiosa cruz de doce puntas.
No obstante, es en el interior de la ermita, donde los posbiles indicios se hacen más evidentes, resaltando su notoriedad, en la zona del ábside, precisamente en el suelo y detrás de un lugar tan sacro como es el altar.
Comentarios
Iconos, veo que el templo te ha gustado, los carteles, son añadidos de mal gusto, y lo de ser marranos ¡Los marranos son más limpios! Es alucinante, soy fumadora, pero flipo cuando veo a la gente tirar las colillas, por ejemplo, son pequeñas... pero tardan en degradarse cientos de años... Si recogéis firmas, contar con la mía. Saludos.