Santorcaz del Temple
Una orden incómoda para la Iglesia y también para la Historia ortodoxa, por sus implicaciones heréticas, esotéricas y legendarias; una orden que, gestada en el más absoluto de los misterios, sentó un precedente en su época, suponiendo toda una revolución. Una orden, cuya estructura jerárquica, añadida a su misticismo guerrero, fue incluso utilizada en pleno siglo XX por regímenes totalitarios, como modelo de donde habrían de surgir futuras generaciones de hombres perfectos, que habrían de ser formados para dominar el mundo. Una orden que ha hecho correr -y seguirá haciéndolo- verdaderos ríos de tinta, implicada, irremediablemente, con los grandes Mitos del Cristianismo: el Grial, el Arca de la Alianza, la descendencia de Cristo y María de Magdala, los restos mortales de ambos...
No es de extrañar, entonces, que con tales antecedentes existan lugares, como Torija, en la provincia de Guadalajara, que proclamen con orgullo la presencia de tal orden -el Temple- en su suelo. O mejor dicho, que aludan a esa presencia, de una manera más romántica, si se prefiere: los caballeros templarios.
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