Renieblas: un bucle en el tiempo / Renieblas: a loop in time
Todavía quedan lugares, inusualmente perdidos en esa
microcósmica geografía sagrada, que, después de todo, podríamos considerar que
es la Celtiberia soriana, donde la Historia, sujeta inefablemente a los
misteriosos códigos que marcan incomprensibles propiedades en algo tan
subjetivo, como es el tiempo, parecen mantener un eterno bucle, donde el ayer y
el hoy, como pensaba ese metafísico navegante de laberintos que fuera Jorge
Luis Borges, lejos de mantener una postura distante, como amantes mal avenidos,
se solidarizan para continuar siendo el todavía. Miles de años después de que
las legiones de Escipión tuvieran aquí, en este terreno pantanoso, uno de los
múltiples campamentos que cercaron a los carismáticos habitantes de una ciudad
tristemente famosa por el drama épico de su singular resistencia, Numancia,
hubo legiones modernas, como la División Litorio, que, portando los mismos
emblemas que sus antepasados, volvieron a asentarse aquí, como cortafuegos de
un ejército, éste republicano, firmemente asentado en tierras de la vecina
Guadalajara y especialmente en ese feudo de holgadas mitras, que fue una
capital monumental como Sigüenza.
Pero también parece que tuvo cierta importancia en época medieval y no se descarta, en absoluto, la presencia, en aquellos tiempos en los que cristianos y musulmanes se machacaban mutuamente, en ese preludio de las Cruzadas, que fue, no cabe duda, la Reconquista, de una orden de caballería, religioso-militar, cuyos símbolos de reconocimiento, como diría el misterioso Maestro Roncellín, no sólo se encuentran esparcidos en las escasas estelas funerarias, que, de manera piadosa, cuando no milagrosa, han sobrevivido a la soberana avidez de multitud de expoliadores o en los restos aledaños de una iglesia, cuya planta se vio alterada en tiempos modernos, pero cuyo ábside todavía conserva trazas de ese estilo innovador, el gótico, que, a partir de mediados del siglo XII, se constituyó en faro cultural de Occidente. Hasta tal punto, de que todavía, en el pueblo, cualquier curioso puede encontrar una calle dedicada a los Templarios y también el recuerdo, no muy lejos de donde éstos probablemente realizaran sus ceremonias secretas, de la visita de uno de los padres de la moderna Arqueología, que, como buen conocedor de los barros donde se metía, vio, en estos pueblos, aparentemente desconocidos, un filón inimaginable para recuperar fragmentos de una Historia, insólita pero, paradójicamente, rica en acontecimientos: Adolph Schulten.
There are
still places, unusually lost in that microcosmic sacred geography, which, after
all, we could consider to be Soriana Celtiberia, where History, ineffably
subject to the mysterious codes that mark incomprehensible properties in
something as subjective as time, they seem to maintain an eternal loop, where
yesterday and today, as that metaphysical labyrinth navigator Jorge Luis Borges
thought, far from maintaining a distant posture, like ill-matched lovers, come
together in solidarity to continue being the still. Thousands of years after
Scipio's legions had here, in this swampy terrain, one of the many camps that
surrounded the charismatic inhabitants of a city sadly famous for the epic
drama of its singular resistance, Numantia, there were modern legions, such as
the Litorio Division, which, carrying the same emblems as their ancestors,
settled here again, as a firewall for an army, this one republican, firmly
established in the lands of neighboring Guadalajara and especially in that
fiefdom of loose mitres, which was a monumental capital like Sigüenza.
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