Foncebadón: un enigmático lugar en el Camino de las Estrellas / Foncebadon: an enigmatic place on the Path of the Stars

 


No cabe duda de que esa ruta, milenaria y sagrada, conocida como Camino de Santiago o Camino de las Estrellas, todavía continúa gozando de buena salud, en cuanto a lugares enigmáticos y misteriosos se refiere, cuya situación y a la vez, cuya desolación, hacen, no obstante, que los peregrinos experimenten en ellos, sensaciones, que, en algunos casos, constituyen verdaderas experiencias que rozan los límites de lo sobrenatural. Uno de tales lugares, situado en los límites entre los Montes Aquianos -bajo la atenta mirada, a lo lejos, del más sagrado de los Montes de León, el Teleno- y las singularidades del Bierzo, es este desolado lugar de Foncebadón y su emblemática Cruz de Hierro: enorme elemento martirial, cuya base se sustenta sobre los cientos de miles de piedras y guijarros depositados por los peregrinos a lo largo de los siglos.


Situada en esa dura etapa, que, desde Rabanal del Camino hasta Ponferrada, era severamente custodiada por los caballeros templarios, cuya presencia aliviaba a los peregrinos de los ataques, no sólo de los lobos, frecuentes en las inmediaciones, sino, también, de las numerosas bandas de salteadores de caminos que asolaban el lugar, fue, precisamente, a la altura de este lugar, donde dos notables celebridades del mundo de la Cultura, el escritor brasileño Paulo Coelho y la actriz norteamericana, Shirley McLaine, tuvieron dos espeluznantes experiencias, mientras hacían su particular recorrido del Camino de Santiago. Si bien el primero, según narra en su famosa obra, ‘El peregrino de Compostela: diario de un Mago’, se enfrentó aquí con el ‘Enemigo’ -el Diablo- bajo la terrible forma de un enorme perro negro, otro tanto describe Shirley McLane, en esa pequeña joya experiencial, que es también su obra, ‘El Camino: un viaje espiritual’, donde tuvo que enfrentar sus irracionales temores, referidos, curiosamente también, a una jauría de perros salvajes, abundantes, como los lobos, en estos desolados parajes. Experiencias, que, además, forman parte de esa gnosis trascendental que tiene el propio Camino de las Estrellas, de poner a prueba a quienes se atreven a recorrerlo.


There is no doubt that this ancient and sacred route, known as the Saint James Way or Path of the Stars, still continues to enjoy good health, as far as enigmatic and mysterious places are concerned, whose situation and, at the same time, whose desolation, make However, pilgrims experience sensations in them, which, in some cases, constitute true experiences that border on the limits of the supernatural. One such place, located on the borders between the Aquianos Mountains - under the watchful eye, in the distance, of the most sacred of the Leon Mountains, the Teleno - and the singularities of Bierzo, is this desolate place of Foncebadon and its emblematic Iron Cross: enormous martyrdom element, whose base is based on the hundreds of thousands of stones and pebbles deposited by pilgrims over the centuries.



Located in that harsh stage, which, from Rabanal del Camino to Ponferrada, was severely guarded by the Knights Templar, whose presence relieved the pilgrims from attacks, not only from the wolves, frequent in the vicinity, but also from the numerous gangs of highwaymen who devastated the place, it was, precisely, at the height of this place, where two notable celebrities from the world of Culture, the Brazilian writer Paulo Coelho and the American actress, Shirley McLaine, had two hair-raising experiences, while they made their particular route of the Saint James Way. Although the first, as narrated in his famous work, 'The Pilgrim of Compostela: Diary of a Magician', here faced the 'Enemy' - the Devil - in the terrible form of a huge black dog, Shirley describes the same McLane, in that little experiential gem, which is also his work, 'The Way: a spiritual journey', where he had to face his irrational fears, referring, curiously enough, to a pack of wild dogs, abundant, like wolves, in these desolate places. Experiences, which, furthermore, are part of that transcendental gnosis that the Path of the Stars itself has, of testing those who dare to travel it.



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