El misterio de Olcoz


'...se les crea una hermosa leyenda, una leyenda cristiana, pero tan parecida como sea posible a la leyenda tradicional, conservando símbolos y tótems. Históricamente, Santiago es un engaño, no para los "Jacques", puesto que las tradiciones son respetadas. El "Patrono-Jacques" se convierte en el Patrón Santiago. Desembarca donde debe desembarcar. Como un marino, en la costa de Occidente, al término del camino de las estrellas, al final de la "Vía Láctea", allí donde se halla el "Can Mayor", ¿acaso, en su supuesta predicación, Santiago no está acompañado de un perro?. ¿Un perro?. ¿Pero, acaso no es, en su forma de lobo, el tótem hasta hoy todavía, de los "Hijos del Maestro Jacques", actualmente Compagnons Passant de Devoirs?'...
[Jacques Charpentier: 'El misterio de Compostela', Editorial Plaza & Janés, colección Realismo Fantástico, 1ª edición, diciembre 1976, páginas 130-131]
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San Miguel de Olcoz, al igual que Santa María de Eunate, no forman parte, propiamente hablando, de las rutas de peregrinaje del Camino de las Estrellas o Camino de la Vía Láctea, términos con los que se denomina también al Camino de Santiago. Y, paradójicamente, al menos en el caso de ésta última, constituyen lugar de parada inexcusable para el peregrino, que se desvía despreocupadamente de su camino, sin importarle incrementar la ya de por sí escasa distancia que separa este lugar de Puente la Reina, centro neurálgico en el que convergen todos los caminos que se dirigen a Compostela e incluso más allá, siguiendo la antigua tradición, a Finisterre.
Territorios y lugares en los que -sin pretender realizar atribuciones bastante más que cuestionables en el caso de Eunate y Olcoz, aunque no así, desde luego, en lo concerniente a Puente la Reina- historiadores e investigadores constatan la pertinaz sombra de una orden de caballería envuelta, circunstancialmente y a pesar de todo, en el más absoluto de los misterios: la Orden del Temple.
De una manera exotérica, o dicho más claramente, de cara al exterior, los templarios constituyeron una organización religioso-militar, creada oficialmente en Jerusalén en el año 1118, para asistir y proteger a los peregrinos que se dirigían a los Santos Lugares, arriesgándose a enfrentar infinidad de peligros.
Esotéricamente hablando, y en éste punto es cuando la Historia se convierte en Mito, los templarios fueron los depositarios de un arcano saber, así como, también, los custodios de las reliquias más sagradas de la Nueva Religión: el Arca de la Alianza, el Santo Grial y las Tablas de la Ley, entre las más sobresalientes.
He puesto a propósito la expresión Nueva Religión, refiriéndome al Cristianismo, siguiendo como base los comentarios de Louis Charpentier que ilustran el prólogo de la presente entrada, pues se ajustan a una realidad de enmascaramiento presente no sólo en los lugares y rutas afines al Camino de Santiago, sino que, de una forma global, se extienden a un mundo y a una época ancestral, poblado de mitos, dioses y seres elementales, difíciles de desarraigar de las mentes, usos y costumbres de los pueblos a evangelizar: la Antigua Religión.
Resulta evidente que esta superposición de valores y filosofías dificulta, y de qué modo, la interpretación de unos símbolos y unas creencias ya de por sí complicadas, cuanto más de aprehender o intuir por nuestra mentalidad actual, capturada, irremisiblemente, en el más ortodoxo de los racionalismos, y seguidora, a ultranza, de los convencionalismos delimitados por una férrea oficialidad.
Puede que aquí radique, en mi opinión, la impenetrable muralla que ahuyenta cualquier intento de penetrar en la verdadera naturaleza y en el complejo significado de lugares como Olcoz y Eunate.
De hecho, en el caso del primero, resulta desconcertante -como muy bien afirma Rafael Alarcón Herrera- la falta de menciones y conclusiones entre una historiografía oficial que supone bien trillado un campo, el peninsular, cuyas mejores piezas descubiertas languidecen en museos nacionales, cuando no robadas e incluso mal vendidas a instituciones extranjeras, como puede ser el Metropolitan Museum de Nueva York, cuyos muros albergan y exhiben una parte importante de nuestra historia, más allá de las pinturas de San Baudelio de Berlanga y el ábside de la iglesia de San Martín de Fuentidueña, Segovia, que constituyen dos de los ejemplos más significativos.
Retomando el tema de la Diputación Foral de Navarra, y por alguna razón que se me escapa y que, de hecho me cuesta achacar a una falta de presupuesto, localizamos Olcoz poco menos que por casualidad, cuando no por intuición, si tenemos en cuenta que no divisamos ningún cartel indicativo hasta que entramos en el pueblo. Como en muchos otros pequeños núcleos rurales, no divisamos absolutamente a nadie, razón por la cuál -y vuelvo a hablar en primera persona- tuve la familiar sensación de que allí la vida se desarrolla en los hogares de puertas para adentro, pues ni siquiera en los valles y montecillos del alrededor se divisaba actividad humana alguna.
El mastodonte en el que se ha convertido con el devenir del tiempo la iglesia de San Miguel, se levanta, común por lo demás, en la parte más alta del pueblo. Desde allí, la visión paisajística gratifica con creces los decepcionados ojos del viajero que acude, posiblemente equivocado a priori, barajando la posibilidad de encontrarse con un románico espectacular. Dicha mole, espectacular desde luego, en cuanto a masa y volumen, que no en cuanto a Arte propiamente dicho, sustituye por completo a la primigenia iglesia románica levantada probablemente al tiempo que su homónima de Eunate. Pero si esta suplantación arquitectónica impide cualquier atisbo de adivinar cómo era el antiguo templo y qué otros elementos simbólicos contenía, otorga al menos, por haber estado oculta durante mucho tiempo, lo que a priori se puede considerar como una de las partes más atractivas, significativas y enigmáticas: su portada.


Comentarios

Unknown ha dicho que…
Hola Juan Carlos: buceando por la red, encontré una referencia a Olcoz que comencé a leer y que me llevó a otro asunto: que hay una tercera gemela, la iglesia-priorato de Bains, en la Auvernia francesa. ¿Sabes si este dato es realmente cierto? Un abrazo.
juancar347 ha dicho que…
¡Caray, Iconos! Pues has tenido que bucear a una profundidad abismal. Me dejas completamente pasmado con ese dato que, siento decepcionarte, desconocía por completo pero que, por otra parte, agradezco muchisimo porque puede ser importantitisimo. Habrá que aprender a navegar. Bains, Rennes-les-Bains, Rennes-le-Chateau...Me temo que podemos meternos en un tinglado muy gordo. Sí es cierto que últimamente estoy revisando los grandes clásicos, y entre ellos dos autores que hicieron cátedra en su momento: Louis Charpentier y Gérard de Sede. Y también que, con su inestimable ayuda, voy atando algunos pequeños cabos sueltos. En fin, procuraré estar pendiente. Gracias otra vez y un fuerte abrazo
Anónimo ha dicho que…
HOLA ICONOS, AUNQUE HACE 3 AÑOS DE ESTE COMENTARIO ESTOY MUY INTERESADA EN LA INFORMACIÓN QUE PUBLICAS ACERCA DE LA TERCERA GEMELA. PODRÍAS OFRECER MÁS DATOS DE DONDE BUSCAR????ES QUE NO ENCUENTRO NADA AL RESPECTO, GRACIAS.
Unknown ha dicho que…
Con permiso del autor de este excelente sitio:


Hola, anónima.

Siento decepcionarte. Encontré aquel dato de una manera un poco casual y no le seguí el rastro.

Tampoco guardé el enlace ni recuerdo cómo llegué a él. No obstante, si llegué una vez estoy segura de que seré capaz de llegar nuevamente. En ese caso, volveré a este sitio (otra vez con permiso de Juancar) y compartiré con vosotros aquella referencia que ni siquiera sé si es fiable, de ahí que le plantease mi duda a Juancar, que de esto sabe mucho.

Un saludo.
Iconos.
Unknown ha dicho que…
Mira, aquí se sugiere una relación entre las tres:

http://www.constructoresenelcamino.info/4682/10557.html

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