Errare Humanun Est
Decía el escritor norteamericano Ambrose Bierce -y que me disculpen todos aquellos que me conocen, si últimamente consideran excesivamente reiterativo por mi parte acudir a su infernal diccionario- que disculparse es 'sentar las bases para una futura ofensa'. Evidentemente, no estoy de acuerdo con él, excepto en el detalle de añadir que si reconocer un error ayuda a sentar algún tipo de base, que no sea otra que la de una posible y futura amistad. Y creo que no hay mejor pilar para hacerlo que aquél que, basado en el punto de vista de una objetividad felizmente encontrada, tengamos el suficiente valor para reconocer un error cometido y pedir disculpas.
Si el pasado día 12 de septiembre, mi visita al toledano castillo de Montalbán -en el que, aparte de otras circunstancias, había llegado atraído por la sombra alargada, incierta y tremendamente escurridiza de esos frailes con espuelas, como denominaba Gustavo Adolfo Bécquer a los templarios- me dejó cierto amargo regustillo al encontrarme con unas personas vestidas a la usanza medieval, a las que de forma precipitada y personalizando ciertas frases de lo que no era, si no, una mera interpretación, las califiqué posteriormente en una entrada como 'neotemplarios' o 'herederos de Jacques de Molay', hoy me considero en la obligación de retractarme de dichos comentarios. Y lo hago de corazón y con toda humildad. A través de Esther, su portavoz, he podido comprobar que son gente educada, con sensibilidad por el Arte y un buen gusto por todo lo relacionado con la Edad Media.
Como los comentarios los hice públicos, creo un justo deber, como digo, retractarme públicamente también: Esther, Oscar y los demás miembros que estuvisteis en el castillo de Montalbán aquél día, mi más sinceras y sentidas disculpas.
Comentarios
No afirmo que el error engrandezca a la persona pero sí estoy convencida de que la disculpa -si es para aprender- hace que el ser humano crezca en positivo.
Un saludo.