Templarios en Villaviciosa: Santa María de Lugás
Dejando atrás la pequeña población de Amandi, y siguiendo la carretera que continúa hasta el Valle de Boides, donde se asienta el monasterio cisterciense de Santa María y la iglesia prerrománica de San Salvador de Valdediós, veremos situados, aproximadamente a unos trescientos metros más adelante y a nuestra izquierda, dos pequeños carteles indicadores y una carreterilla local que, de manera serpentina, como el cuerpo de ese tradicional cuélebre de la mitología céltico astur, se pierde monte arriba, flanqueada a ambos lados por zonas de tupida vegetación.
Algo más adelante, precisamente en el punto donde la carretera asciende por una pronunciada pendiente, y a mitad de ésta, llama la atención una pequeña capilla, de contrafuertes grisáceos y paredes blancas como la nieve, que guarda, protegida por una reja pintada de negro, un cuadro que representa a la Virgen con el Niño en brazos. En ese punto, y adentrándose en la espesura de un pequeño bosque, un caminillo sin asfaltar, que aún conserva una melenilla de hierba en la parte central -aquélla no alcanzada por las ruedas de los vehículos- se bifurca hacia la izquierda, mientras el camino principal se pierde al frente, comenzando a descender, sinuosamente, al final de la pendiente, para mostrar una maravillosa sucesión de valles, en cuyas laderas, apiñadas unas o en solitario otras, se levantan numerosas casitas que parecen colgadas del cielo.
Tanto uno como otro, desembocan, finalmente, en una pequeña pradera en cuyo centro aproximadamente, y dominando el extraordinario paisaje alrededor, se levanta la imponente estructura de la iglesia románica de Santa María de Lugás.
Sin duda centro importante de peregrinación en ésta parte de la ruta del Camino de las Estrellas que atraviesa Asturias de parte a parte, a la vera del Cantábrico, junto a la iglesia se aprecia un edificio de blancas paredes que tiene todo el aspecto de ser, o haber sido en el pasado, un centro de atención al peregrino. En la pared de dicho edificio, muy cerca del acceso principal a la iglesia, e impresa artesanalmente en azulejos, una imagen de la Santina -a cuyos pies se aprecia una reproducción de la Cruz de la Victoria y un peregrino en el lateral inferior derecho- sobresale por encima de la siguiente leyenda:
Peregrino, bienvenido a la Casa de tu Madre
Declarada Bien de Interés Cultural en 1994, para encontrar los orígenes de este templo hay que remontarse a las postrimerías del siglo XII y los comienzos del siglo XIII, habiendo sufrido numerosas remodelaciones y añadiduras, de las que se tenga constancia, al menos a partir del año 1630.
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