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Mostrando entradas de 2013

La España de los Templarios os desea una Feliz Navidad

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L a espada descansa tranquila en su vaina. La escarcha cubre el camino y las huellas del Temple se difuminan entre la niebla. Una de las caras de Jano languidece, mientras en la otra comienza a mostrarse una enigmática sonrisa. A punto de abrirse la Jauna Infernii , la puerta del solsticio de invierno, es bueno, cuando no necesario, seguir los sabios consejos del Eclesiastés y hacer un alto en el camino. Descansar, dejarse llevar por el ambiente de las fechas en las que nos encontramos y pensar en las próximas búsquedas; en todas esas señales que posiblemente continúen ahí fuera cuando la nieve se derrita y el hielo nos diga adiós. Al fin y al cabo, han resistido setecientos años y es seguro que continuarán haciéndolo muchos años más. No hay prisa, pues, para apresurarse a ir en su busca. Mientras tanto, y como viene siendo costumbre, sin importar cuáles sean las creencias de cada uno, desde las páginas de este blog de La España de los Templarios , este infatigable perquisitore os

Tras las huellas de los templarios por las montañas de Asturias

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A ntes de embarcarse en parte de la aventura del Temple por el norte y el noroeste de la Península, quizás sea el momento oportuno de incidir, al menos en la medida de lo posible, en    la que quizás sea la más dramática y controvertida búsqueda de su presencia por una de las provincias más hermosas y a la vez más ignotas y misteriosas de esta vieja y malherida piel de toro que es la Península Ibérica: el Principado de Asturias. Si uno de los infranqueables escollos con los que un investigador tiene que hacer frente a esa naturaleza histórica validada por un pergamino de época es, precisamente, la terrible escasez de éstos o, en su defecto, la imposibilidad de acceder a las fuentes de consulta históricas existentes, en el caso de Asturias y su provincia se puede decir, obviando el detalle de pecar de exageración, que las fuentes relativas a los asentamientos templarios en la región, son prácticamente nulas o inexistentes. Caben, entonces, dos opciones, a cual más expedita: o decir

Sejas de Sanabria: iglesia de Santa Marina

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S ejas de Sanabria, es otra pequeña población zamorana que hemos de situar a apenas seis kilómetros escasos de Mombuey, y como en el caso de la torre de la que fuera iglesia de Santa María, la parroquial y el entorno de Sejas de Sanabria parecen estar también relacionados con la mediática presencia, en tiempos, de la Orden del Temple. Tal detalle, se hace más evidente, quizás, por la localización de ciertos elementos que, aparte de aquellos que conforman la parroquial dedicada a la figura de Santa Marina, ofrecen indicios más que suficientes –al menos, subjetivamente hablando- como para especular desde el punto de vista de una relativa certeza. Estos detalles inducen, cuando menos a la sospecha, si tenemos en cuenta la presencia de una ermita dedicada a la Vera Cruz; de otra ermita, bajo la advocación de la Virgen de la Rivera, así como la existencia, en los alrededores, de una Cueva de la Virgen , sin duda relacionada con un hecho milagroso o sobrenatural, que vendría a marcar,

Los centinelas de Mombuey

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L legados a este punto, se torna necesario volver atrás, para retomar, aunque en dirección contraria, esa vía peregrina denominada Ruta o Camino de la Plata, y recalar en una pequeña población de la provincia de Zamora, distante apenas una quincena de kilómetros de Sanabria y sus legendarios lagos: Mombuey. En Mombuey -la antigua y medieval Monte Bobe -, al igual que en otros muchos lugares de la geografía peninsular, se recuerda, aún con escasez de documentos históricos, la presencia, allá por los albores del siglo XIII, de la Orden del Temple. De dicha presencia, la tradición -que como ya se ha dicho en alguna ocasión, sobrevive obstinadamente en las canciones del pueblo-, insiste en considerar a la antigua iglesia de Santa María, como obra y posesión de templarios. De ésta, actualmente tan sólo sobrevive la torre; el resto de la nave, levantado principalmente durante las reformas llevadas a cabo en el siglo XVIII, constituye el cuerpo principal de la parroquial, dedicada a la fi

Un pedazo de cielo en la tierra: la iglesia de la Vera Cruz

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E n realidad, podría ser parte, comparativamente hablando y por odioso que esto resulte a veces, del entretenimiento visual con el que antiguamente nos gratificaban en los cines, poniendo esos anuncios interminables entre película y película, en aquéllos tiempos felices en los que ponían dos por el precio de una. Con la salvedad, de que a diferencia de éstos, la iglesia segoviana de la Vera Cruz es algo más que un simple ínterin para amenizar una espera. Es una auténtica porción de Cielo plantada en solitario, a las afueras de la ciudad, como un baluarte a la Belleza y la Perfección. Siempre ha sido uno de mis lugares favoritos, y recuerdo que este verano, mientras preparaba los pormenores de mi viaje a Galicia, sentí unos deseos irreprimibles de acercarme hasta allí y gozar en solitario de tan inconmensurable Obra de Arte. No me voy a extender más de la cuenta, porque tampoco tendría demasiado sentido, volver a considerar lo que tantas veces se ha dicho. Simplemente me dejo llevar

Astureses: iglesia de San Xulián

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'La iglesia templaria de Astureses, dependiente de la encomienda de Amoeiro, luce en su tímpano principal una enigmática cruz tau-anksada, dentro de cuya "asa" se inscribe una cruz griega expresando la dualidad exoterismo-esoterismo propia de la Orden. Menos enigmática, pero más sugerente, es una lápida que puede verse en el muro norte a nombre del caballero templario frey Juan Pérez de Outeiro, fallecido el 3 de agosto de 1286. En él, los romances han concretado la tradición céltica del "alma peregrina", muy corriente en Galicia...'. [Rafael Alarcón Herrera (1)]   C uando abro este libro y observo la dedicatoria que el propio autor me dedicó en la contraportada, no puedo evitar sentir cierto irreprimible sentimiento de nostalgia. Fue en Ejea de los Caballeros -para más inri-, el día 26 de marzo de 2010, cuando este amigo y Maestro, escribió el siguiente epitafio, con letra pulcra y en mayúscula, imitando, quizás, las marcas de reconocimiento de

Oseira: el descanso de los guerreros

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C omo en el caso de Compostela, resultando una curiosidad más, añadida a la arcana idiosincrasia de este monasterio situado en pleno Camino de Santiago a su paso por la provincia de Orense, los historiadores no terminan de ponerse de acuerdo acerca de los orígenes de su sugestivo nombre: Oseira. Para lo que algunos constituiría la raíz que determinaría una osera o lugar de osos , para otros haría referencia, quizás, a un antiquísimo osario o cementerio , con muchas probabilidades de que éste fuera anterior a la llegada del Cristianismo a estas tierras. En realidad, y si procuramos imaginarnos el lugar con los ojos de esos primeros monjes que en las postrimerías del siglo XI llegaron aquí con la intención de aplicar las leyes universales de la geometría sagrada para levantar una obra perfecta y perdurable, posiblemente lleguemos a la conclusión, de que podría muy bien derivar, o al menos estar relacionado, con ambos conceptos. S ituado en el municipio de San Cristovo de Cea,

Los templarios de Augas Santas

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S ituada a escasos cuatro, como mucho cinco kilómetros de Allariz, Santa Mariña de Augas Santas sobrevive inmersa en los misterios de su ancestral, cuando no abismal historia. Si ya al poco de adentrarse en su entorno, el viajero tiene la incierta sensación de haber cruzado la frontera de otro mundo, habría que imaginarse la sensación que alienta en el alma del peregrino cuando los avatares de su ruta le obligan a aventurarse por senderos donde castaños y carballos –o robles, si se prefiere-, forman con sus milenarias ramas un paraguas natural, donde las sombras envuelven un mullido lecho, en el que todo tipo de maleza, helechos y espinos, principalmente, combaten sigilosamente por el dominio del suelo, alrededor de peñas inmemoriales, parcialmente invadidas por la hiedra y el musgo. Bosques umbríos, que aún conservan el eco de antiguas gestas, el grito de guerra de los furibundos berseckers celtas lanzados con desenfrenada furia contra el invasor, romano o no, e incluso el chasq

Xunqueira de Ambía: Colegiata de Santa María la Real

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S ituada a escasos cinco kilómetros de Allariz, Xunqueira de Ambía gira alrededor de uno de los edificios más notables e interesantes de la arquitectura románico-medieval de la provincia de Orense: la iglesia colegiata de Santa María la Real. Para el investigador, o simplemente para el viajero que se desplace por la provincia buscando no sólo lugares preeminentes y mágicos, sino también persiguiendo la escurridiza sombra de los enigmáticos caballeros templarios, resulta poco menos que imprescindible detenerse allí para echar un vistazo, sobre todo si tiene la intención de continuar camino, dirigiéndose hacia uno de los lugares más singulares de la región: Santa Mariña de Augas Santas. O bservará, entonces, las evidentes similitudes arquitectónicas que existen entre los templos principales de ambos lugares, y comenzará a familiarizarse con las historias que hablan de la presencia -sospechosamente coincidente, como en numerosos casos repartidos a lo largo y ancho del territorio pen

El Peto de Ánimas: una rareza de San Pedro da Mezquita

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N o deja de ser curiosa, por denominarlo de alguna forma, la manera con la que, en el Norte de la Península, sobre todo, se generalizaron este tipo de objetos de culto, que también de alguna manera, ocultan ciertos remedos de recuerdos ancestrales, paralelamente revestidos piedad y superstición. Son los denominados petos de ánimas, los cuales, junto con los cruceiros e incluso con los santuarines -pequeñas capillas, de ánimas también, que en su tiempo fueron bastante populares en los pueblos-, que en su justa medida, ofrecen una visión cuando menos apasionante, al menos desde un punto de vista antropológico y cultual, que abre algunas interesantes perspectivas, sugiriendo, a la vez, aunque de un modo anónimo y en muchos casos, personalizado -como sería el presente-, la continuidad de esas corrientes subterráneas que circulaban en el sentimiento popular y que, tildadas o no de lirismo folklórico, constituyen, a su manera, una parte primordial de ese rico conjunto monumental, al que

San Pedro da Mezquita: suspicacias y probabilidades (Segunda Parte)

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‘El lenguaje y la “gente” del inconsciente son símbolos, y los medios de comunicación son los sueños’. [C.G. Jung (1)] C ontinúa siendo un completo enigma, pues, el motivo por el que el cantero quiso hacer un guiño hacia el norte, en dos de los tres Agnus Dei, que posee este templo de San Pedro da Mezquita -caso único, al parecer, en todo el románico de Galicia- y más si se tiene en cuenta que el norte era considerado, sobre todo en la Edad Media, un lugar poco menos que yermo y maldito, al que se identificaba, generalmente, con la figura del Diablo (2); una dirección, de donde se pensaba que provenían todos los males que azotaban a la humanidad, incluidas las terribles incursiones vikingas que arrasaban las costas cantábricas, penetrando en ocasiones hasta el interior. Tal es así, que en los claustros de los monasterios, la zona norte solía ser aquella que permanecía casi todo el día en sombra y resultaba, por lo tanto, la más fría y desapacible, sobre todo en invierno.

San Pedro da Mezquita: suspicacias y probabilidades (Primera Parte)

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'Las Leyes de la Vida dicen: "busca y encontrarás"'. [T. Lobsang Rampa (1)] G eneralmente, cuando la documentación histórica brilla por su ausencia, o en su defecto, simplemente escasea y resulta, además, insuficiente, se hace necesario recurrir a la tradición popular -tan denostada hoy en día por historiadores e investigadores, aunque no ocurría lo mismo en épocas pretéritas, cuando se intentaba hacer una Historia general de España lo más aproximada posible, aprovechando hasta el último resquicio de información-, a la similitud en los detalles e incluso a las coincidencias entre unos y otros, para elaborar, en base a la probabilidad, hipótesis de trabajo que no dejan de ser, en el fondo, sino meras suspicacias con posibilidades de veracidad. En base a ello, se podría relacionar, sin perder por un instante la coherencia -e incluso admitir el error, si fuera necesario- esta interesante iglesia de San Pedro, situada en el pueblecito orensano de A Mezquita, en