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Mostrando entradas de diciembre, 2014

El Santo Cristo de Fisterra y Nuestra Señora de las Arenas

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E l mar y sus infinitos misterios. Aquel que guarda y retiene, como el mayor banco de tesoros del mundo, y el que a veces, inesperadamente, también comparte. Se convierte, entonces, en Magister Venerabilis , que sorprende a las multitudes, seduciéndolas y atrapándolas con la magia de su sabia benevolencia, depositando en la escuela natural de playas y costas, retazos de sabiduría, muchos de los cuales no han de tardar en convertirse en verdaderos objetos de culto y veneración. Todas las costas del mundo están repletas de ellos, así como de oscuras historias que refieren la llegada de dioses –sean éstos blancos o no-, portadores de una sabiduría y un conocimiento muy especiales. Ahora bien, reduciendo tan trascendente cuestión, a esos mares que bañan las brumosas y peligrosas costas de nuestro norte peninsular –no en vano, conocidas como la Costa da Morte , al menos desde el tramo que va desde A Coruña al Finis Terrae -, muchos son los objetos –en su mayoría, Vírgenes y Cristos- que

Santa María de Fisterra

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¿ Llegaron los templarios al Finis Terrae , a ese simbólico fin del mundo o reino de los muertos, donde los egipcios situaban el Amenti ?. Nada hace suponer que no lo hicieran; y sin embargo, una vez disuelta la Orden y desmembradas sus extensas pertenencias, todo son sombras, sospechas, especulaciones, deseos de realidad o conveniencia en algunos casos. Porque, más de setecientos años después de su desaparición, el Temple continúa levantando pasiones. Una simple cruz, grabada con habilidad en un sillar, por muy patada que tenga la forma, evidentemente, no demuestra nada. Incluso la documentación –con numerosas referencias, por cierto, en lo tocante al antiguo Reino de Galicia-, se muestra, también, ciertamente esquiva al respecto, si bien contiene referencias a un tema mucho más complejo todavía, quizás, como es el de las monjas templarias, que ya habrá ocasión de comentar próximamente. ¿A qué santo recurrir, entonces, para especular con la posibilidad,  una vez sugerida la idea

A Coruña: iglesia de Santa María do Campo

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N o hay documentación histórica que lo demuestre fehacientemente, pero sí es cierto, que algunas fuentes consideraron esta posibilidad, sin duda influenciadas por la hipotética localización de lo que fue, en aquéllos nebulosos años de los siglos XII-XIII, la importante y a la vez misteriosa Bailía templaria de Faro, promovida, en gran parte, por el interés que la Orden comenzaba a generar en Occidente, así como por la acción interesada de algunos de los más importantes nobles gallegos, como el conde de Traba, que además se aseguraban la presencia de unos fabulosos guerreros para hacer frente a las terribles incursiones normandas. Independientemente de ello, y como muchos otros templos románicos de similares características levantados a lo largo y ancho del antiguo Reino de Galicia, ésta iglesia, dedicada a la figura de una peculiar   Nuestra Señora   -del Campo (1)-, contiene algunas singularidades que, tuvieran o no que ver con la antigua orden medieval de monjes-guerreros, bien