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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Huellas del Temple en Castillejo de Robledo

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D ejando atrás Maderuelo, y haciendo frontera con las provincias de Segovia y Burgos, en Castillejo de Robledo, además de ser el pueblo más frío de Soria -cuando no de España- encontramos un rastro indeleble del paso y permanencia del Temple en la región. Apenas inidentificable en los muñones somnolientos de su castillo, la iglesia románica de Nª Sª de la Asunción -en rehabilitación- nos ofrece el mejor testimonio, en las huellas, sobre todo de unas pinturas que impresionan por su espectacularidad, decorando interiormente el ábside con los colores inequívocos del bauceant o estandarte templario: el blanco y el negro.

Maderuelo: la otra Vera Cruz de Segovia

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S ituado en los confines de Segovia, haciendo frontera con Soria, de la que en tiempos formó parte, dependiendo de la villa de San Esteban de Gormaz, el pueblecito de Maderuelo languidece a la vera de un embalse artificial -el de Linares- protegiendo el sueño eterno de una sencilla ermita -la de la Vera Cruz- donde en tiempos, aseguran las babélicas lenguas de la tradición, los caballeros templarios custodiaron con saña y devoción un Lignum Crucis.

Arquitectura octogonal: ¿un modelo de arquitectura templaria?

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R esulta más que posible que en aquél histórico año de 1118, Hugo de Payns, vasallo del conde de Champaña y sus ocho compañeros, fueran realmente conscientes de que, una vez conseguido su primer objetivo en Tierra Santa -la cesión, por parte del rey Balduino II de las ruinas que en tiempos formaron parte de los inmensos establos del famoso Templo de Salomón- la orden de caballería que habría de surgir de aquéllas inconmensurables entrañas como Orden del Temple se convertiría, además de la más influyente y poderosa hasta su disolución en 1312, en la orden que más interés, polémica y chorros de tinta ha vertido a lo largo de la Historia. N o sólo el mundo editorial, sino que también el Séptimo Arte y en la actualidad Internet, han contribuido a generar toda clase de mitos y leyendas a ella asociados, aprovechando un fenómeno que conlleva, sin duda, un auténtico filón. Filón al que han de sumarse gran número de publicaciones, tanto de índole sensacionalista como de índole racionalista, q

Santorcaz del Temple

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U na orden incómoda para la Iglesia y también para la Historia ortodoxa, por sus implicaciones heréticas, esotéricas y legendarias; una orden que, gestada en el más absoluto de los misterios, sentó un precedente en su época, suponiendo toda una revolución. Una orden, cuya estructura jerárquica, añadida a su misticismo guerrero, fue incluso utilizada en pleno siglo XX por regímenes totalitarios, como modelo de donde habrían de surgir futuras generaciones de hombres perfectos, que habrían de ser formados para dominar el mundo. Una orden que ha hecho correr -y seguirá haciéndolo- verdaderos ríos de tinta, implicada, irremediablemente, con los grandes Mitos del Cristianismo: el Grial, el Arca de la Alianza, la descendencia de Cristo y María de Magdala, los restos mortales de ambos... N o es de extrañar, entonces, que con tales antecedentes existan lugares, como Torija, en la provincia de Guadalajara, que proclamen con orgullo la presencia de tal orden -el Temple- en su suelo. O mejor dich

¿Hubo templarios en Garray?

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C omo en todo lugar donde surge la sospecha de su presencia, he aquí la gran pregunta: ¿hubo templarios en Garray?. Y como un eterno, desesperante miserere, cuando del Temple se trata, he aquí, también, la dubitativa respuesta: pudiera ser que pudiera. D esde luego, el mayor inconveniente lo supone eso, probático, mediático, palpable y certificable, que se denomina constancia histórica y se basa, fundamentalmente, en los testimonios escritos. F rente a esta carencia documental -particularmente acusada, en lo que al Temple se refiere-, sólo cabe el recurso de la especulación. Digamos, entonces, que haciendo gala de este recurso, bien pudiera haber existido la posibilidad de que en un pasado remoto, la escurridiza y alargada sombra del Temple, se hubiera cernido sobre los muros de ésta interesante ermita de Garray, situada a la vera misma del yacimiento arqueológico de Numancia, que tanta fama ha dado a la provincia, y que sigue en el ojo del huracán, merced a ciertos proyectos urbanísti

El castillo de Montalbán

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M ontalbán, o Monte Blanco. Situado al sur de la provincia de Toledo, y a 13 kilómetros del municipio de la Puebla del mismo nombre, el castillo de Montalbán constituye, como así lo atestiguan las crónicas, uno de los principales bastiones que tuvo el Temple en la región. A l contrario de la problemática que conllevan numerosos lugares a la hora de certificar la presencia o pertenencia de la Orden -motivo de interminables quebraderos de cabeza y disputas entre los investigadores- con el castillo de Montalbán, se dispone de una evidencia histórica, que nadie parece poner en duda. Dicha evidencia, se basa en la donación realizada por el rey Alfonso VII a los frates milites , como premio por su participación en la conquista de Toledo. A unque el tiempo no perdona y el escaso y en ocasiones nulo interés de los organismos competentes, tampoco, la impresión que se tiene al acercarse a las ruinas, es de que en tiempos debió de albergar una guarnición considerable, o en su defecto -como opina

Templarios en Montalbán

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H ay lugares que conservan el espíritu, imanes que, aunque revestidos de soledad, olvido y desamparo, todavía mantienen, en lo más profundo de sus cimientos, un corazón que aún late con la fuerza que le proporciona un pasado gloriosamente histórico, ungido en el fragor de las batallas y consagrado a ser una leyenda. El castillo de Montalbán, sin duda, es uno de ellos. S ituado, aproximadamente, a 13 kilómetros de la toledana población de la Puebla de Montalbán, las murallas de esta fortaleza, que en tiempos debió de ser formidable, a juzgar por sus dimensiones, es el foco de atracción de numerosos visitantes, curiosos y nostálgicos, atraídos por una orden medieval de monjes-guerreros, los pormenores de cuya historia y leyenda, al cabo de setecientos años después de su desaparición, continúan despertando un interés inusitado: la Orden del Temple. H asta tal punto levanta pasión todo lo relacionado con los templarios, que hay quien incluso pernocta en el castillo, y en el silencio de l