Orbaneja del Castillo

 


Seguramente, de esa oscura época protohistórica, caótica y confusa, en la que los épicos poetas griegos situaron los paradigmáticos escenarios que enfrentaron a los Dioses con los ingobernables Titanes, como método para explicar la soberbia transformación de una naturaleza no siempre satisfecha consigo misma, surgieran, del fondo de los limos abisales, espectaculares accidentes geográficos, que, por su grandiosa constitución, llamaron la atención del hombre primitivo, quien se asentó a su vera, sin duda, irremisiblemente seducido por su sobrenatural belleza.


Es lo que podría llegar a pensar el viajero, echando mano de las injerencias de su propia fantasía, cuando accede a este carismático lugar y siente, sobrecogido por su prodigiosa grandeza, que se encuentra felizmente amparado por un espacio natural, cuya magnética grandeza ha de provocarle, como al legionario, zarpazos en el alma: los Cañones del Ebro.


No es de extrañar, tampoco, que el águila y el buitre sean señores indiscutibles de unos riscos, que, gracias al trabajo desenfadado del agua y de la erosión, semejan las torres y los minaretes de fantásticas ciudades, eternamente olvidadas por el tiempo y la frágil memoria de los hombres.


No ocurre lo mismo -y vuelve el viajero a hacerse con el timón de su mundana objetividad- con algunos de los pueblos, asentados, con imperturbable resiliencia, a la vera de estas peñas mayestáticas, por cuyas sinuosas riberas circula un bien vital, cuyas aguas, algunos kilómetros más adelante, quedan sometidas en un espectacular embalse: el emblemático río Ebro.


Posiblemente, el más grande y pintoresco de los asentamientos humanos en esta zona tan privilegiada, que delimita las fronteras naturales entre en el norte de Burgos y esas ‘Asturias de Santillana’, como durante mucho tiempo se ha denominado a Cantabria, no sea otro que aquel que lleva por nombre, Orbaneja del Castillo.


Situado, además, en las inmediaciones de esa otra importante Tebaida de eremitorios y ermitas rupestres, que es Valderredible -el más cercano, probablemente, sea el de Cadalso, distante unos trece kilómetros, con su pequeña ermita rupestre al pie de carretera- Orbaneja, como diría el conocido escritor, Juan Eslava Galán, es, sin duda alguna, uno de esos lugares de España que hay que visitar al menos una vez en la vida.


Se dice, además, que, en este pintoresco pueblo escalonado, atravesada por una hermosa cascada, que aumente, aun más, si cabe, su mística belleza, tuvieron una casa y un hospital para peregrinos y un convento, el de San Albín, los monjes-guerreros de una orden de caballería medieval, que todavía, después de su funesta disolución en el año 1307, continúan despertando un inusitado interés: la Orden del Temple.


No olvidemos, que, como bien dice un antiguo refrán, son muchos los caminos que llevan a Santiago de Compostela y por aquí pasaba, aunque apenas se utilice hoy en día, lo que ha venido a denominarse como ‘el Camino Olvidado’: aquel, que, desde los puertos del Cantábrico descendía hacia las Meseta castellana por las inconmensurables Merindades burgalesas, pasando por lugares de sorprendente belleza y misterio, como San Pantaleón de Losa, San Lorenzo de Vallejo y Santa María de Siones.


Pero, sin duda, otra de las características que destaca la riqueza sobre este entorno de ensueño y que, por defecto, revaloriza el valor de Orbaneja, no es otra que la rústica permanencia, en un estado gratamente aceptable, de una antiquísima arquitectura rural, que, digna de admiración, permanece, en muchos casos, fiel a su antigua esencia medieval, haciendo del lugar, uno de los sitios más recomendables, también, para el amante de unas arquitecturas, que, aun viéndose remodeladas en el presente, no dejan de tener un nostálgico sabor a pasado.


Lugar ideal, por otra parte, para la aventura que supone siempre dejarse llevar por el encanto de unas rutas de senderismo, que se adentran, sin más preámbulos que su propia espectacularidad, en unos entornos donde la Naturaleza, con su gracia y su espontaneidad, es por completo reina y señora.


AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, así como el vídeo que lo ilustra, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos a mis Derechos de Autor.


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