Orbaneja del Castillo

Seguramente, de esa oscura época protohistórica, caótica y confusa, en la que los épicos poetas griegos situaron los paradigmáticos escenarios que enfrentaron a los Dioses con los ingobernables Titanes, como método para explicar la soberbia transformación de una naturaleza no siempre satisfecha consigo misma, surgieran, del fondo de los limos abisales, espectaculares accidentes geográficos, que, por su grandiosa constitución, llamaron la atención del hombre primitivo, quien se asentó a su vera, sin duda, irremisiblemente seducido por su sobrenatural belleza. Es lo que podría llegar a pensar el viajero, echando mano de las injerencias de su propia fantasía, cuando accede a este carismático lugar y siente, sobrecogido por su prodigiosa grandeza, que se encuentra felizmente amparado por un espacio natural, cuya magnética grandeza ha de provocarle, como al legionario, zarpazos en el alma: los Cañones del Ebro. No es de extrañar, tampoco, que el águila y el buitre sean señores indiscu...