La España de los Templarios os desea una Feliz Navidad



Este año se acaba. Viejo y cansado, se retira quizás a esas catacumbas del Yucatán cuyos fantásticos calendarios mayas, según algunos, predicen la inminencia del fin del mundo. Para ser sincero, creo que este año pasará, entre nosotros, no como el año en el que Dios se cansó de aguantar los deslices de una humanidad empeñada en tropezar siempre con la misma piedra y acabó dándoles con la piedra en la cabeza, sino como el año en el que la barbarie capitalista ha sido tan egocéntrica, egoísta y miserable, que con su corrompida manera de establecer aún más las diferencias de clases, estén promoviendo un apocalipsis que seguramente nada tenga que ver con aquéllas nefastas conjunciones con las que los astronómos mayas, desde lo alto de sus templos en las selvas profundas, predecían sus oscuras historias dignas de San Juan.
En realidad, siempre he pensado en la palabra Apocalipsis, como en lo que realmente significa: Revelación. Una revelación, que puede ser un Alfa y no un Omega, como se pretende hacernos creer, sobre todo en algunos medios informativos de dudosa objetividad. Una revelación, que puede dar al traste con antiguos conceptos y ser el fruto de conceptos nuevos, más dignos, más humanos, más equitativos. En definitiva, mejores.
Como apasionado del mundo templario, no puedo dejar de sorprenderme. Numerosos son los enclaves, confirmados o supuestamente a ellos atribuídos, en los que podemos encontrarnos con ciertos y paradójicos elementos, que nos pueden dar qué pensar. Me refiero a esos misteriosos caballeros esculpidos, generalmente en los capiteles interiores de los templos, a los que se denomina como Caballeros del Apocalipsis o Caballeros Cygnatus, y que siguen una trayectoria que se remonta en el tiempo a épocas y culturas diferentes. De alguna manera, también ellos fueron precursores de un Cambio: un cambio de religión, un cambio cultural, un cambio social...e incluso, en el caso que nos ocupa, también de un fin individual, el de la propia Orden del Temple. Pero si bien muchos de sus miembros acabaron en las hogueras inquisitoriales, el mundo continuó su marcha. Y la Orden, después de todo, también.
Yo quisiera pensar en el próximo solsticio, precisamente cuando Jano abre su gélida puerta, no como la puerta por la saldrá la gran prostituta de Babilonia montada sobre un dragón rojo y los siete ángeles tocarán sus mortales trompetas, sino más bien como la apertura de una puerta muy especial por la que vendrá un cambio; un cambio de actitud, a nivel mundial, que nos haga ver la necesidad de dar un giro a nuestra propia necedad, haciéndonos pensar que somos nosotros mismos quienes podemos empezar a construir un mundo mejor, más respetuoso con el planeta que nos cobija, menos egocéntrico y egoísta y más solidario.
Ese sería mi deseo para 2013. Por lo demás, creo que sobran las palabras. No obstante, sean en las circunstancias que sean, no puedo por menos que desearos, de todo corazón, una muy Feliz Navidad.


Comentarios

Alkaest ha dicho que…
Sigamos pues los pasos de aquellos caballeros, no con la espada en la mano, sino con la libreta y el lápiz en la faltriquera, con la cámara en ristre fotografiando hasta la última piedra.
Investigando y soñando, soñando e investigando. Que nunca una cosa anule la otra.
Quizá nunca encontremos la respuesta que buscamos, pero habrá valido la pena hacer el camino para hallarla, si junto a los "molinos de viento" encontramos "gigantes".
Si, junto a nuestro Quijote particular, sabemos encontrar un Sancho a juego...

Salud y fraternidad.
juancar347 ha dicho que…
Como bien sabes, libreta, pluma y cámaras no me faltan y aún con ese viejo Rocinante que ha rodado por cientos de carreteras, espero poder seguir persiguiendo esa estela, esa sombra milenaria en busca de estos gigantes históricos. Poco importa si encuentro molinos de viento en el camino, lo importante es no cejar en la búsqueda. Porque templarios -qué te voy a contar precisamente a ti- habélos, húbolos y en cantidad en la Península. Y aún a pesar de que no dejaron excesivas huellas y las que otros bien se encargaron de borrar y siquiera sea mediante la Tradición, que siempre algo de verdad lleva, hay un auténtico mapa del tesoro, cuyas claves hay que seguir con perseverancia y el ojo avizor.
Quizás, como dices, nunca encontremos la respuesta, pero tampoco hagamos que eso sea una excusa para no seguir buscando.
A fin de cuentas, todo el que busca, tarde o temprano, algo encuentra.
Feliz Camino, Feliz Búsqueda y Felices Descubrimientos.
Un abrazo

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