Buscando las estelas templarias de San Polo
S obre el Duero, que pasa lamiendo las carcomidas y obscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de los Templarios, cuyas posesiones se extendían a lo largo de la opuesta margen del río. En la época a que nos referimos, los caballeros de la Orden habían ya abandonado sus históricas fortalezas; pero aún quedaban en pie, restos de los anchos torreones de sus muros; aún se veían, como en parte se ven hoy, cubiertos de hiedra y campanillas blancas, los macizos arcos de su claustro, las prolongadas galerías ojivales de sus patios de armas, en las que suspiraba el viento con un gemido, agitando las altas hierbas... A sí describía Gustavo Adolfo Bécquer, el que habría de ser escenario de otra de sus inmortales leyendas: el monasterio templario de San Polo. La leyenda, por más señas titulada El Rayo de Luna , no alcanza el grado de expectación y terror sobrenatural, pero complementa, y mucho, a la que quizás sea la más conocida y leída p...