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Mostrando entradas de diciembre, 2013

La España de los Templarios os desea una Feliz Navidad

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L a espada descansa tranquila en su vaina. La escarcha cubre el camino y las huellas del Temple se difuminan entre la niebla. Una de las caras de Jano languidece, mientras en la otra comienza a mostrarse una enigmática sonrisa. A punto de abrirse la Jauna Infernii , la puerta del solsticio de invierno, es bueno, cuando no necesario, seguir los sabios consejos del Eclesiastés y hacer un alto en el camino. Descansar, dejarse llevar por el ambiente de las fechas en las que nos encontramos y pensar en las próximas búsquedas; en todas esas señales que posiblemente continúen ahí fuera cuando la nieve se derrita y el hielo nos diga adiós. Al fin y al cabo, han resistido setecientos años y es seguro que continuarán haciéndolo muchos años más. No hay prisa, pues, para apresurarse a ir en su busca. Mientras tanto, y como viene siendo costumbre, sin importar cuáles sean las creencias de cada uno, desde las páginas de este blog de La España de los Templarios , este infatigable perquisitore os

Tras las huellas de los templarios por las montañas de Asturias

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A ntes de embarcarse en parte de la aventura del Temple por el norte y el noroeste de la Península, quizás sea el momento oportuno de incidir, al menos en la medida de lo posible, en    la que quizás sea la más dramática y controvertida búsqueda de su presencia por una de las provincias más hermosas y a la vez más ignotas y misteriosas de esta vieja y malherida piel de toro que es la Península Ibérica: el Principado de Asturias. Si uno de los infranqueables escollos con los que un investigador tiene que hacer frente a esa naturaleza histórica validada por un pergamino de época es, precisamente, la terrible escasez de éstos o, en su defecto, la imposibilidad de acceder a las fuentes de consulta históricas existentes, en el caso de Asturias y su provincia se puede decir, obviando el detalle de pecar de exageración, que las fuentes relativas a los asentamientos templarios en la región, son prácticamente nulas o inexistentes. Caben, entonces, dos opciones, a cual más expedita: o decir